Andrés de Tapia -Cronista y Conquistador-
«Señor, no te fatigues en pensar pasar adelante de aquí, porque yo siendo mancebo fui a México, y soy experimentado en las guerras, e conozco de vos y de vuestros compañeros que sois hombres e no dioses, e que habéis hambre y sed y os cansáis como hombres; e hágote saber que pasado desta provincia hay tanta gente, que pelearán contigo cient mill hombres agora, y muertos o vencidos estos vernán luego otros tantos, e así podrán remudarse o morir por mucho tiempo de cient mill en cient mill hombres, e tú e los tuyos, ya que seáis invencibles, moriréis de cansados de pelear, porque como te he dicho, conozco que sois hombres, e yo no tengo más que decir de que miréis en esto que he dicho, e si determináredes de morir, yo iré con vos».
El indio Teuche advierte a Cortés de los peligros de adentrarse en las tierras de Moctezuma
“Relación de algunas cosas … Andres de Tapia
Andrés Tapia nació en Medellín, Extremadura, en torno 1497. Había sido mozo de cuadra de Diego Colón con quien probablemente llegó a la isla La Española en 1509. A finales de 1518 llegó a Santiago de Cuba, decidido a probar fortuna fuera de la isla, desde donde marchó a La Habana para incorporarse a las huestes de su paisano Hernán Cortés.
Bernal Díaz del Castillo dice de él: «Era de la color el rostro algo ceniciento y no muy alegre, y de buen cuerpo y de poca barba y rala y fue buen capitán, así a pie como a caballo”.
Embarcado con Cortés en su viaje hacia Tierra Firme, recorrieron las costas del Yucatán; fue él quien se encontró con Jerónimo de Aguilar, que vivía como un indio en Cozumel y se lo llevó a Cortés. Estuvo presente, en la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, con voz y voto en la elección de Cortés como capitán general; se adentró en los territorios de Moctezuma y cuando Cortés tuvo que retroceder a la costa, le ayudó a derrotar a Pánfilo de Narváez -enviado por Diego Velázquez-. Acto seguido, Cortés lo mandó a Tenochtitlán para que se adelantara a dar noticia a Moctezuma de su regreso. Tras la noche triste, en la decisiva batalla de Otumba, Andrés de Tapia jugó un papel decisivo en la defensa de la calzada de México. Para ello arengó a su destacamento y les hizo jurar ante los Evangelios “de no volver el pié atrás, sino morir todos”.
Una vez conquistado México, y como consecuencia de su fidelidad hacia Cortés, gozó de numerosos privilegios, ostentando cargos en la administración del cabildo de México. En 1528 acompañó a Cortés a España de donde regresó al año siguiente. En 1533 era el mayordomo personal del conquistador.
En 1539 redactó una conocida relación de la conquista de México en la que hizo un panegírico de su admirado Hernán Cortés. Su título completo:
«Relación de algunas cosas de las que acaecieron al muy ilustre señor don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se determinó a ir a descubrir en la Tierra Firme del Mar Océano»
La narración, que fue editada en el siglo XIX, abarca desde la salida de Hernán Cortés de la isla de Cuba hasta que Pánfilo de Narváez, cuando es enviado en su persecución, es cogido prisionero. Aunque es un panegírico del conquistador Hernán Cortés, ofrece explicaciones que completan otras narraciones, de hecho su texto fue utilizado por varios cronistas.
Al margen de su relato, acompañaría más tarde a Cortés en la exploración de California, ejerciendo como su maestre de campo. En 1540 regresó nuevamente a España, participando con Cortés en el malogrado asalto de Argel de 1541. En España permaneció unos años hasta que, según se sabe, en 1550 estaba en la capital del virreinato de la Nueva España en el desempeño de cargos públicos. Allí vivió junto a su esposa, Isabel de Sosa, con quien tuvo tres hijos y una hija.
Su posición económica nunca debió de ser muy desahogada, pues, a pesar de cobrar las rentas de las pequeñas encomiendas que le fueron asignadas, como la de Papantla, Tuxpa, Amola Xaltepec y Caxitlan, el virrey, Antonio de Mendoza, solicitó para él en 1554 ayudas económicas al, por entonces, príncipe Felipe.
Andrés de Tapia, murió en 1561 en la Ciudad de México.
El literato criollo, Baltasar Dorantes de Carranza le dedicó palabras muy consideradas, al decir que fue “un valeroso capitán en las cosas de la guerra y prudente en las de paz”.