Andrés de Valderrábano -En el Mar del Sur-
Andrés de Valderrábano estuvo contemplando el nuevo mar junto a los sesenta y siete españoles que lo avistaron por primera vez; fue uno de los primeros veintisiete que mojaron sus pies y sus manos, probando sus aguas para comprobar que, efectivamente, eran aguas saladas. Fue testigo de excepción y escribano fiel en el descubrimiento del mar del Sur en septiembre de 1513.
No se tienen noticias sobre la ascendencia de Andrés de Valderrábano; se sabe que era natural de la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias. Su nacimiento debió ser en torno a 1470 y, sin tener datos de cómo y cuando llegó a las nuevas tierras, ya debía estar presente en la fundación de la primera ciudad de Tierra Firme, Santa Maria la Antigua del Darién.
Gracias a este hombre que, con minuciosidad, tomó nota de cuanto sucedió en el avistamiento y la toma de posesión del tan anhelado y buscado nuevo mar, sabemos quienes estaban presentes y como reaccionaron ante tamaño acontecimiento. Sucedido en el mes de septiembre de 1513, en torno a la festividad de San Miguel arcángel.
El cronista, Gonzalo Fernández de Oviedo, había llegado con la expedición de Pedro Arias Dávila a la ciudad de Santa Maria la Antigua en 1514: conoció personalmente e hizo amistad con Andrés de Valderrábano, quien le mostró y leyó sus escritos y testimonios de cuanto había vivido junto a Vasco Núñez de Balboa. Con la muerte de Valderrábano, Fernández de Oviedo guardo sus documentos que más tarde transcribiría para conocimiento del mundo en su Historia General y Natural de las Indias.
Y según se cuenta en ella, después de cruzar trabajosamente el istmo de tierra que divide los dos océanos, acompañados los españoles por gran número de indígenas que les sirvieron de guía, la llegada al nuevo mar se produjo el día 25 de septiembre bajo el mando de Vasco Núñez de Balboa -quien se adelantó a sus hombres para ser el primero en divisarla desde lo alto de aquella colina- la posterior toma de posesión del Mar del Sur que tuvo lugar el 29 de septiembre de 1513, día de San Miguel.
Se sabe quienes fueron los primeros veintisiete españoles que descendieron una montaña, en la cordillera del río Chucunaque, y mojaron sus pies, manos y caras en el océano Pacífico.
“El capitán Vasco Núñez de Balboa, Andrés de Vera, clérigo, Francisco Piçarro –sí, el luego famoso conquistador del Perú-, Bernardino de Morales, Diego Albitez, Rodrigo Velázquez, Fabián Pérez, Francisco de Valdenebro, Francisco González de Guadalcama, Sebastián de Girjalva, Hernando Muñoz, Hernando Hidalgo, Álvaro de Bolaños, Ortuño de Baracaldo, vizcayno, Francisco de Luçena, Bernardino de Cinfuegos, esturiano, Martin Ruiz, Diego de Texerina, Christóbal Daça, Johan de Espinosa, Pasqual Rubio de Malpartida, Johan de Portillo, Johan Gutierrez de Toledo, Francisco Martín, Johan de Beas. Estos veynte e seis y el escribano Andrés de Valderrábano, fueron los primeros chripstianos que los pies pusieron en la mar del Sur, y con sus manos todos ellos probaron el agua e la metieron en sus bocas, como cosa nueva, por ver si era salada como la destrota mar del Norte; e viendo que era salada, e considerando e teniendo respecto a donde estaban, dieron infinitas gracias a Dios por ello”.
“… Y como el agua llegó, el capitán Vasco Núñez, en nombre
del Serenísimo e muy Chatólico Rey don Fernando, quinto
de tal nombre, e de la Reyna Serenísima e Cathólica doña
Juana, su hija, e por la corona e cetro real de Castilla,
tomó en la mano una bandera y pendón real de Sus Alteças,
en que estaba pintada una imagen de la Virgen Santa
María, Nuestra Señora, con su presçioso Hijo,
Nuestro Redemptor
Jesu-Chripsto, en braços, y al pie de la imagen estaban las
armas reales de Castilla e de León pintadas; y con una
espada desnuda y una rodela en las manos entró en el
agua de la mar salada hasta que le dio a las rodillas…”.
Después del descubrimiento del otro lado del mundo, Andrés de Valderrábano permaneció junto a Núñez de Balboa, de quien siempre fue su escribano, participando en las diferentes misiones de exploración y en la construcción de las naves para surcar el nuevo mar junto a sus más fieles hombres, tomando siempre notas sobre todo quehacer.
Sin embargo, cada acto realizado por Núñez de Balboa y sus hombres era visto con malos ojos por el gobernador de Castilla del Oro, Pedro Arias Dávila. Él siempre consideró a Balboa un advenedizo, indigno de las proezas que fue capaz de realizar, hasta el punto de truncar la vida del incansable explorador acusándolo junto a sus hombres de traición al rey por haber intentado establecer un nuevo reino mirando al poniente.
Por esta causa, fueron decapitados, en la plaza mayor de la ciudad de Acla, el propio Núñez de Balboa, junto a sus fieles compañeros: Fernando de Argüello, Luis Botello, Hernán Muñoz y Andrés de Valderrábano.
Gonzalo Fernández de Oviedo fue testigo de la ejecución, en un día no precisado del mes enero de 1519.
“como carneros, uno a par de otro”.
Fuente: Historia Natural y General de las Indias” de Gonzalo Fernández de Oviedo
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