Diego de Nicuesa -El desdichado-
En junio de 1508, se firmaban en Burgos dos capitulaciones, en ellas se confiaron los territorios de la Nueva Andalucía -actual Colombia-, a Alonso de Ojeda, y los de Veragua y el Darién -entre Colombia y Panamá-, a Diego de Nicuesa. Ellos acordaron fijar la frontera de sus respectivas jurisdicciones, en el río Grande, del golfo de Urabá.
Diego de Nicuesa provenía de una familia de hidalgos arraigados en Úbeda, Jaén. Se desconoce el año de su nacimiento, pero sí se sabe que sirvió a un tío del rey Fernando el Católico; tuvo fama de lucido cortesano y hábil jinete.
Pudo haber llegado a La Española con la flota de Nicolás de Ovando en 1502. Una vez allí, se asoció con un vecino para sacar adelante una producción agrícola destinada a la venta de alimentos a la población, que prosperó rápidamente. También en esos años, y en La Española, Nicuesa debió participar en las campañas de pacificación de los territorios de Higuey y Xaragua en el otoño de 1503. Era uno de los pocos jinetes existentes por aquel entonces en la isla, tomando parte por este motivo. Así consiguió entrar en el reparto de riquezas conseguidas a través de la guerra justa. Nadie quedó sin recompensa.
En 1508 Nicuesa, junto con Sebastián Atodo, viajaron a Castilla como procuradores de la isla con el fin de conseguir el repartimiento de indios a perpetuidad, o por tres vidas, que finalmente no obtuvieron en su totalidad. Además de esto, Nicuesa se dedicó a negociar para sí, la gobernación de Veragua. Empresa que le resultó muy difícil, pues, Diego Colón luchaba por retener las concesiones obtenidas por su padre en las capitulaciones de Santa Fe y con ellas los territorios de Veragua, las costas de Paria y del Darien, todas en Tierra Firme, así como las islas de las Antillas, alegando que habían sido descubiertas por su padre.
Finalmente, Nicuesa obtuvo la gobernación que pretendía en Veragua, y al mismo tiempo, Juan de la Cosa, en ausencia de Alonso de Ojeda y en nombre de este, recogía el despacho para la gobernación de la provincia del golfo de Urabá.
En ambas capitulaciones, se evidencian los motivos de tales
concesiones para las armadas de Nicuesa y Ojeda
que eran básicamente pobladoras.
Después de varios intentos de sabotaje por parte de Diego Colón y de numerosas disputas sobre los límites de las respectivas gobernaciones, Nicuesa y Ojeda llegaron a un acuerdo, fijándose el río que dividía el golfo de Urabá como término de la demarcación de cada una de las gobernaciones.
En noviembre de 1509, partieron hacia Tierra Firme; primero Alonso de Ojeda y ocho días más tarde lo hacía Nicuesa con siete barcos y 580 tripulantes. Al llegar a las costas de la Bahía del Calamar, actual Cartagena de Indias, Nicuesa se unió a Alonso de Ojeda, en socorro de este, pues había sido atacado por los llamados indios flecheros, con quienes sostuvieron una cruenta lucha con numerosas pérdidas para los españoles, entre ellas caería muerto el marino Juan de la Cosa. En venganza, Ojeda y Nicuesa asaltaron y destruyeron juntos el poblado de los indios que pertenecían al pueblo de Turbaco.
Enseguida Nicuesa, con solo alguno de sus barcos, continuó viaje por el norte de la costa a la búsqueda del río Veragua, región que prometía grandes riquezas.
Iba guiado por: “una carta e relación de los puertos de aquesta costa y señas dellos hasta llegar al río Veragua que le había proporcionado el adelantado Bartolomé Colón para su aviso”.
La carta, a decir de los tripulantes que le acompañaban y que ya conocían la costa, no era precisa. Desnortado, Nicuesa estuvo a punto de morir en varias ocasiones en el mar y también en islas donde se refugió a causa del abandono de su capitán, Lope de Olano, a quien había confiado el resto de la escuadra que no viajaba con él. No obstante, más tarde fue rescatado por ese mismo capitán, junto al resto de la tripulación, lo que no evitó que fuera condenado a muerte por su deserción, pena que luego le fue conmutada.
Después de ese accidentado viaje al encuentro del río Veragua, en un intento de establecer un asentamiento, Diego de Nicuesa fundó en 1510 y en un territorio muy fértil la ciudad llamada Nombre de Dios en el istmo de la futura Panamá. Allí estuvo a punto de perecer por las precarias condiciones de vida, los continuos ataques de los nativos y por la falta de alimentos. Más tarde, navegaría por la costa rumbo al golfo del Darien y a la ciudad recién fundada de Santa María la Antigua, donde pretendía asumir el mando, pues fue informado de que estaba enclavada en el territorio que le pertenecía. Al llegar fue expulsado por los habitantes quienes, celosos de sus pertenencias, lo embarcaron en un navío del que nunca se volvió a saber nada.
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