El imperio Tarasco -Los purépechas-
La hipótesis más aceptada sobre el origen del pueblo de los purépechas es que fueron parte de un movimiento migratorio que llegó a través de las costas del Océano Pacífico para entrar a la región de Michoacán a través del río Balsas.
El pueblo p'urhépecha se consolidó como un poderoso imperio durante los siglos XV y XVI, expandiendo su influencia a lo largo y ancho de Mesoamérica. El personaje más importante en su historia es —el sacerdote del viento—, rey Tariácuri, nacido en el siglo XIV. Al final de su vida, Tariácuri dividió su imperio en tres reinos, uno regido por su hijo Hiquíngare y los otros por sus dos sobrinos Hiripan y Tangáxoan. Ya divididos, Axayácatl, tlatoani mexica, sucesor de Moctezuma I y padre de Moctezuma II, invadió el imperio purépecha, lo que motivó que nuevamente se unieran en un solo reino los tres que hasta entonces estuvieron divididos. La reunificación se hizo en torno a Tangáxoan I que fue el nuevo rey de todo el imperio reunificado. Fue durante su gobierno cuando tuvieron lugar las guerras más sangrientas de Mesoamérica, hasta que finalmente, los purépechas lograron expulsar a los mexicas de su territorio. A pesar de todo, los conflictos entre los dos imperios solo terminaron con la conquista de los españoles.
El éxito económico y militar que adquirieron se debió, en parte, a que eran hábiles trabajadores de metales como el oro y el cobre, así como a su organización con una estructura política muy eficaz en lo que podría llamarse una confederación de varias casas establecidas en distintos puntos del territorio que ocupaban.
Una vez conquistado el imperio de los mexicas en 1521, Hernán Cortés, al saber de la existencia del señorío Tarasco, envió exploradores y embajadas.
Cristóbal de Olid penetró con sus hombres en el territorio, en donde el cazonci Tzintzicha Tangánxoan II se decidió por el sometimiento pacífico al rey de España. Según las fuentes, fueron recibidos en paz y alojados en la ciudad de Tzintzuntzan, a finales del mes de julio de 1522, por lo que, en algún momento del otoño de ese año el cazonci viajó al campamento de Cortés y reconoció su sometimiento al rey de España.
Gracias a esto, se incorporó un enorme territorio con acceso a todos sus recursos naturales y una importante población que proveyó de guerreros, mano de obra y colonos a diversos proyectos españoles a lo largo de los 300 años de existencia de la Nueva España.
No fue, sin embargo, una relación sin conflictos y constantemente se enfrentaron los intereses de los españoles con los intereses indígenas, resultando algunas muertes, entre ellas la del propio cazonci Tzintzicha Tangánxoan II, que siendo bautizado con el nombre de don Francisco Tangánxoan fue procesado injustamente por Nuño de Guzmán quien lo condenó y ejecutó en 1530. Muerto el cazonci, su jerarquía se mantuvo en pie y se debió negociar con ellos, así como se garantizó la continuidad del linaje Uanácaze al mando de los tarascos por otro tiempo más, para lograr los acuerdos, fue importante el papel del primer obispo de Michoacán, don Vasco de Quiroga.
Al margen de esto, la incorporación de los tarascos y de su señorío fue un gran soporte para los proyectos españoles, tanto militares como de colonización y pacificación a lo largo y ancho de todo el territorio de la Nueva España. Así mismo, a los tarascos les reportó algún beneficio, pues lograron conservar un importante estatus; incluso los descendientes del cazonci recibieron el cargo de gobernadores de indios de la ciudad y provincia de Michoacán, que no limitaba su jurisdicción a una sola República de Indios, sino que esta se extendía sobre todos los pueblos de indios de la provincia, teniendo la facultad de hacer levas para reclutar soldados, organizar la mano de obra y canalizarla a los diferentes proyectos de construcción españoles, así como hacer justicia ante ciertos casos.
Los purépechas antiguos eran hablantes exclusivos del idioma purépecha, una lengua que no guarda relación demostrada con ninguna otra en la región. La más famosa fuente de información acerca de los purépechas es la redactada por Fray Jerónimo de Alcalá para el Virrey Antonio de Mendoza alrededor de 1540. A través de sus páginas, se describen más de 300 lugares, 200 personajes, 60 deidades y una variedad de términos que reflejan la estructura social y política de Michoacán en ese momento.
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