Francisco de Montejo -Conquista del Yucatán-
Francisco de Montejo fue el primer español que pisó tierras mexicanas y estableció relaciones amistosas con los naturales de la zona. También fue quien propuso a Grijalva la conveniencia de poblar los nuevos lugares, a pesar de que el objetivo del viaje era explorar y no colonizar.
Nacido alrededor de 1475 en Salamanca, fue una figura destacada en la exploración y colonización de México durante el siglo XVI. Comenzó su carrera como oficial en Castilla del Oro, en el istmo de Panamá, bajo el mando de Pedrarias Dávila. Sin embargo, su descontento con la falta de reconocimiento lo llevó a abandonar la región y unirse a la conquista de Cuba en 1515, liderada por Diego de Velázquez.
En 1518, Montejo se unió a la expedición de Juan de Grijalva a las costas yucatecas, donde estableció relaciones amistosas con los nativos y propuso la idea de colonizar la región.
En febrero de 1519 partió de Cuba al lado de Hernán Cortés, bajo el patrocinio de Diego de Velázquez, con el objetivo de afianzar todo lo descubierto en los viajes precedentes. Tuvo bajo su mando uno de los navíos y compañía de soldados que integraban la expedición, desempeñando un importante papel en la batalla y victoria de Tabasco. Posteriormente, la experiencia adquirida en el viaje de Grijalva sirvió a Francisco de Montejo para ser nombrado por Cortés, tras arribar a San Juan de Ulúa, capitán de dos navíos que debían reconocer la costa hacia el Norte, hasta el Pánuco, en busca de un puerto más seguro y un sitio más salubre y adecuado para un asiento permanente. Montejo recomendó un lugar cercano donde se procedió a fundar Villa Rica de la Vera Cruz.
Ya en el verano de 1519, Francisco de Montejo y el otro alcalde, Alonso Hernández Puertocarrero, fueron elegidos por Cortés y demás vecinos fundadores de Villa Rica de la Vera Cruz como sus procuradores para viajar a España y exponer al rey los objetivos de Cortés y su derecho a la autoridad suprema en la nueva empresa, frente a las pretensiones del gobernador de Cuba.
En julio de ese mismo año partieron de Veracruz rumbo a Castilla, llevando como piloto al experto Antón de Alaminos y con la consigna de no entrar en La Habana. A pesar de las órdenes recibidas, Montejo recaló en Cuba para surtirse de bastimentos y el gobernador de la isla acabó enterándose. Pero su intento de capturar el navío se vio frustrado por el acierto de Alaminos de tomar rumbo al norte, a través del canal de las Bahamas, que acabaría convirtiéndose en la ruta regular para el retorno a Castilla.
Gozando ya de gran prestigio como conquistador, volvió a España en 1524 comisionado por Cortés para defender los intereses de la colonia en la Corte. Tras este viaje, Montejo logró obtener las famosas Capitulaciones en 1526, que le otorgaban privilegios y títulos para la exploración y colonización de «las islas de Yucatán y Cozumel». Con el respaldo real, organizó la expedición y se asoció estrechamente con Alonso de Ávila, quien se convirtió en su principal lugarteniente en la empresa de conquista.
En 1527, Montejo partió hacia Yucatán y comenzó una larga campaña que exigió grandes esfuerzos y pudo por fin culminarse tras tres etapas perfectamente diferenciadas que culminaron con la pacificación en 1547.
La primera, de 1528-1529, estuvo centrada en la costa oriental, donde el adelantado fundó la villa de Salamanca, dedicándose también a la exploración de gran parte del noreste de Yucatán.
En la segunda, de 1530 a 1535, la entrada se hizo por occidente, por Tabasco y Acalán, pues Montejo consideró que esta zona era excelente para un establecimiento permanente y con una ubicación muy ventajosa para proseguir la conquista. Fue un completo fracaso y terminó con la retirada temporal de los españoles. Montejo abandonaría la provincia y no retornaría hasta 1546.
Por último, en una tercera fase, entre 1540 y 1547, sería entonces su hijo, Francisco de Montejo, el Mozo, quien, bajo la supervisión de su padre, asumiría el mando junto a su primo, Francisco de Montejo, el Sobrino, quienes acabaría realmente la conquista y colonización de Yucatán. Una vez aplastada la última sublevación, el adelantado asumió la supervisión del gobierno y se dedicó al desarrollo de Yucatán, reafirmándose con su presencia el poder de los Montejo.
Mientras tanto, Francisco de Montejo, en 1535, fue nombrado gobernador de Honduras e Higueras, al unir el rey este territorio a Yucatán como unidad administrativa y fiscal. En 1539 permutó con Pedro de Alvarado el gobierno de Honduras-Higueras por el de Chiapas, aunque en 1542 tendría que reasumirlo por la muerte de Alvarado. A él le correspondió, por tanto, el mérito de conquistar y colonizar Higueras, un hecho que no siempre se le ha reconocido. Sin embargo, los diversos cambios administrativos ocurridos por este tiempo en Centroamérica, junto con la creación de la Audiencia de los Confines en 1544, representarían el fin de su gobierno en Chiapas y en Honduras-Higueras, al quedar estas provincias, junto con Guatemala y Nicaragua, bajo la jurisdicción de la nueva Audiencia. Se quebraba, así, el gran proyecto de Montejo de incluir dentro del Adelantamiento de Yucatán una amplia área jurisdiccional, que se extendía desde Yucatán y Tabasco, por el norte, hasta el Pacífico y la bahía de Fonseca, por el sur, incluyendo Honduras-Higueras y Chiapas.
A pesar de sus logros, Montejo enfrentó oposición política y acusaciones de tiranía, lo que resultó en su destitución y expropiación de encomiendas. Regresó a España en 1551 para buscar reparación, pero murió en 1553 antes de recibir un veredicto final. Aunque su contribución a la conquista y colonización de Yucatán fue significativa, su mérito no fue completamente reconocido en vida.
Fuentes: RAH, Francisco de Montejo
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