Hernán Cortés -Un novato en las Indias-
Según cuenta su cronista López de Gómara, Hernán Cortés fue un niño débil; varias veces estuvo enfermo y al borde de la muerte. Años más tarde, cuando inició su epopeya, todavía era un auténtico novato.
De modo que resultan casi increíbles las hazañas militares y políticas del conquistador en México.
Fue la revelación de un auténtico genio.
Él siempre se llamó a sí mismo y firmó como Hernando Cortés; la abreviatura de su nombre, convertida en Hernán, cuyo uso se ha generalizado, comenzaría muchos años después de su muerte.
Sobre los datos y los hechos fundamentales en el entorno social y familiar de Cortés, los historiadores echan de menos gran parte de la documentación que se ha perdido como consecuencia de las guerras habidas en España hasta la fecha de hoy. Es un hecho que, solo desde el inicio de la conquista de México, Cortés irá desvelando las etapas de su vida, todo cuanto hubiera podido suceder antes de ese hecho quedará para siempre sin aclarar. Las causas de su mutismo, en un hombre tan dado a escribir sobre sus hazañas, resultan desconocidas y solo pueden dar lugar a elucubraciones más o menos certeras.
Nació en Extremadura, en el pueblo de Medellín, en 1485. Según Fray Bartolomé de Las Casas, su familia era hidalga, compuesta por humildes cristianos viejos. Cuando Cortés cumplió los catorce años fue enviado a Salamanca, pero no obtuvo ninguna titulación, aunque sí cierta soltura en el manejo del latín, el dominio del discurso y un cierto conocimiento de las leyes. Parece ser que pudo completar su formación práctica ejerciendo durante varios meses la función de pasante de un escribano real en Valladolid, antes de regresar a su casa en Medellín.
De nuevo con su familia, lo que no cabe duda, es que, como muchos jóvenes de su época, debía soñar con la aventura del viaje a las Indias. Para él se hizo posible cuando Nicolás de Ovando, entre los años 1501 y 1502, recorrió Extremadura buscando hombres para el gran viaje. Entre los que estuvieron dispuestos a enrolarse se hallaba el joven Hernán Cortés, quien, finalmente, no puedo embarcarse con la flota del nuevo gobernador; la causa fue que, pocos días antes de la partida, cayó del techo de una casa, cuando intentaba salir por una ventana en la casa de una mujer a la que seguramente cortejaba, quedando como consecuencia del accidente imposibilitado y en la cama durante varios meses.
Una vez recuperado, pero dos años más tarde, en 1504, se embarcó con destino a la isla Española. Esta vez, conforme a un memorial del propio Cortés dirigido al rey Carlos en 1542, viajó en el barco de quien, con el tiempo, fue un buen amigo suyo, Alonso Quintero.
A su llegada a la isla de La Española, Hernán Cortés tenía diez y nueve años.
Enseguida, fue acogido con agrado por el secretario de Nicolás de Ovando, seguramente debió presentarse a él poniendo de manifiesto su experiencia como escribano de un notario. Así, quedó al cargo de cierto trabajo burocrático a cambio del compromiso de quedarse cinco años en la isla. Como remuneración, recibiría un solar para edificar su casa, una tierra de una superficie decente para poder cultivar y, pasado un cierto tiempo, algunos indios en encomienda.
Se sabe que en este período de su vida, Cortés ejerció con éxito la función de escribano en el pueblo de Azua y con sus indios se entregó a la cría de caballos y vacas, lo que le convirtió en un hacendado relativamente acomodado.
Cuando el nuevo gobernador de la Española, Diego Colón, envió a Diego Velázquez de Cuéllar a la conquista de Cuba, en 1511, este reclutó a Cortés como secretario del tesorero de la empresa, con el fin de administrar el quinto real. La conquista de Cuba, por tanto, tampoco sirvió a Hernán Cortés de primera experiencia militar. En cambio, recibió en encomienda a los indios de Manicarao y pudo desarrollar su ganadería y explotar las minas de oro cubanas.
En 1515 era ya un hombre rico, tal y como lo demuestra en las inversiones que pudo realizar con Andrés de Duero.
En 1518, cuando Diego Velázquez elige a Hernán Cortés como jefe de la nueva expedición que lanza al asalto del continente, Cortés no tiene experiencia de la guerra; nunca había luchado en Europa, ni tampoco en la conquista americana. Es verdad que quiso alistarse en la expedición de Diego de Nicuesa de 1509 hacia la que sería llamada, Castilla del Oro, pero, como en otras ocasiones, los imponderables se interponían en su camino. Esta vez, una enfermedad venérea le obligó a guardar cama impidiéndole ir. Tampoco estuvo en los viajes de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, que tuvieron lugar en los años 1517 y 1518; sin duda, esos viajes le hubieran proporcionado una información muy provechosa sobre el sur de México, su población, su temperamento belicoso y sus riquezas.
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Fuente: RAH -Hernán Cortés-
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