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Hernán Pérez de Oliva

 

Al grupo de físicos matemáticos de la Universidad de Salamanca, que comenzó a gestarse en 1517 con la llegada de Juan Martínez Silíceo y Pedro Margalho, se unió en 1525 otra figura destacada: el humanista y cosmógrafo Fernán (o Hernán) Pérez de Oliva.


Hernán Pérez de Oliva fue un hombre paradigmático del renacimiento español. Nació en Córdoba en torno a 1494, en una familia descendiente de los conquistadores de esa ciudad. Su padre era médico y un gran amante del conocimiento.

Estudió en las universidades de Salamanca y Alcalá y más tarde en la Sorbona, donde se relacionó con el catedrático de matemáticas Juan Martínez Guijarro, más tarde conocido como cardenal Silíceo, arzobispo de Toledo. En 1514 pasó a Roma, en busca de nuevos conocimientos. Allí sus actitudes para el estudio le valieron una pensión del papa León X, en cuyo entorno, Pérez de Oliva pasó cuatro años. Al finalizar su estancia, regresó a España, pero entre los años 1518 y 1519, volvió a incorporarse a la universidad de la Sorbona, donde permaneció aproximadamente cuatro años, dedicándose a su propia iniciación en tareas docentes de diversas disciplinas, con especial atención a la ética aristotélica, de cuyo conocimiento dejó claro reflejo en su Discurso de las potencias del alma, y del buen uso dellas, deudor de las doctrinas de la Ética a Nicómaco.

En 1525 regresa definitivamente a España y, tras una estancia en Sevilla, donde entra en contacto con Herrando Colón, llega como profesor a la Universidad de Salamanca, siendo sustituto de Pedro Magalho en la cátedra de filosofía moral y de Martínez Silíceo, a quien había conocido en Paris, en la cátedra de filosofía natural.

En 1527, Pérez de Oliva es nombrado entre los expertos salmantinos de la Conferencia de Valladolid, dedicada a examinar las obras de Erasmo de Rotherdam. Denotando su prestigio intelectual, ese mismo año, con motivo del nacimiento del heredero de Carlos I, es designado por el propio emperador como preceptor del futuro Felipe II, cargo que no pudo llegar a ejercer.

En el curso 1528- 1529 fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca. Pocos años después, en lo que fue sin duda una muerte prematura, moriría por enfermedad repentina en 1531, en Medina del Campo. Tal vez por su estancia en prisión como consecuencia de unos pleitos testamentarios en torno a las disputas sobre una herencia.


A pesar de su corta vida, Pérez de Oliva dejó una amplia y muy variada obra en materias tan diversas como la filosofía, la ingeniería, las matemáticas, la literatura, la cosmografía. Era su criterio que abarcar todas las disciplinas posibles era esencial para un conocimiento integral de toda la realidad.

En relación con el descubrimiento del Nuevo Mundo se percibe la inquietud por la nueva concepción del mundo y de quienes lo habitan.

 En su “Cosmografía nueva”, siguiendo la ordenación geométrica de la representación del mundo concebida por Ptolomeo, se entremezclan las matemáticas con la experiencia de los marineros en sus viajes a las nuevas tierras descubiertas en América. El resultado es una imagen del mundo de forma esférica, con dos hemisferios y cuatro continentes, sobre los que el autor argumenta la determinación con exactitud de la latitud y la longitud de los lugares geográficos sobre un planisferio, a través de la teoría de la perspectiva lineal.

En la Historia de la invención de las Yndias, una adaptación del relato latino de las Décadas De Orbe Novo de Pedro Mártir de Anglería nos ofrece un documento único para la historia de las ideas. Se trata de un lúcido testimonio de la manera en que reaccionó uno de los más ilustres humanistas españoles del Renacimiento ante los problemas morales planteados por la conquista. 

 

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