La esclavitud de los indios de América
|

La esclavitud de los indios de América

Con la conquista de América, indios y españoles, tuvieron que ser reeducados y orientados hacia una nueva ética. El mérito de su consecución y su imposición corresponde a la Iglesia Católica y la Corona Española que tuvo que emplearse a fondo para conseguirlo durante varios decenios.

La esclavitud de los indios de América


El esclavismo, proveniente del mundo antiguo, había sido desde siempre aceptado como institución común de convivencia; la influencia del cristianismo hizo que se atenuara de manera manifiesta durante la Edad Media, pero con el Renacimiento se reanudaron algunas viejas costumbres paganas. A finales del siglo XV, la esclavitud era una institución reconocida y aceptada como parte integrante de la cultura dominante. La practicaban todos los europeos, así como los musulmanes entre sí y con los africanos; representaba además un derecho de guerra reconocido universalmente. De la misma manera, para los habitantes del Nuevo Mundo la esclavitud era una institución reconocida y aceptada en sus sociedades, solo la Corona Española interrumpió ese derecho con los indios americanos cuando dispuso, por orden expresa de la reina Isabel la Católica, su prohibición:

Alex Rovira y Francesc Miralles

Los habitantes de las nuevas tierras descubiertas eran súbditos
de Castilla, en ningún caso esclavos.


En aquel dramático encuentro de indios y españoles, que se produjo en los primeros años del descubrimiento es evidente que los indios, mucho más primitivos y subdesarrollados, en un marco de vida moderna absolutamente nuevo para ellos, vinieron a ser el proletariado de la nueva sociedad que se fue desarrollando, con todo los sufrimientos que tal condición social implicaba entonces. Desde el comienzo, la esclavitud en las Indias hispanas cedió el paso a la encomienda, con el repartimiento de indios, y esta institución no tardó mucho en verse sustituida por el régimen de las reducciones en pueblos.

Entre todos los implicados en el descubrimiento de las nuevas tierras se fue formando lo que llegaría a ser un criterio definitivo en torno a la libertad de los habitantes de los territorios conquistados. Mientras tanto, muchos de ellos, con fundadas opiniones y razones de peso, defendían su esclavitud, por cuestiones como que los hombres de armas, no viendo provecho en conservar la vida de sus prisioneros, los matarían; que siendo el sistema de hueste el usual de la conquista, y siendo los esclavos parte fundamental y a veces única del botín, nadie querría embarcarse en nuevas guerras contra los indios; que si impedían los rescates se cerraban las posibilidades de que muchos indios conocieran el cristianismo y abandonaran la idolatría; que los indios, viendo que sus rebeliones no podían ser castigadas con el cautiverio, se estaban volviendo ya de hecho incontrolables.

 

La Iglesia desplegó a teólogos y juristas que luchaban a brazo partido para evitar la esclavitud de los habitantes del Nuevo Mundo.

La esclavitud de los indios de América

Fueron muchos los religiosos, independientemente de la orden a la que pertenecieran, quienes se opusieron a la esclavitud y así lo manifestaron de diversas maneras. Todo comenzaba con Antonio de Montesinos, quien pronuncíaria un lapidario sermón en el año 1511, influido sin duda por el humanista y también dominico Pedro de Córdoba; le seguirían las enseñanzas del catedrático de la universidad de Salamanca, Matías de Paz, en 1513; por su parte, fray Juan de Zumarraga, se manifestaba antiesclavista en la carta escrita al primer virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza; los franciscanos de México dirigieron al rey una carta en ese sentido, firmada por Jacobo de Tastera, Motolinía, Andrés de Olmos y otros. Le seguirían las intervenciones de fray Bartolomé de Las Casas; las tesis de la Escuela de Salamanca, encabezada en esta cuestión por Diego de Covarrubias y Leyva, contra Sepúlveda, apoyadas por Soto, Cano, Mercado, Mancio, Guevara, Alonso de Veracruz; y más tarde las irrefutables argumentaciones del jesuita José de Acosta, apoyadas en buena medida en Covarrubias. 


 

La esclavitud de los indios de América

La Corona Española estuvo sometida a todo tipo de presiones teóricas y prácticas que podrían explicar que, en los comienzos, se quebrase en algún momento su continua legislación antiesclavista, como ocurrió en 1534, cuando el rey vuelve a autorizar, bajo estrictas condiciones, la esclavitud de guerra o de rescate.

Pero, tras una larguísima lista de leyes y cédulas reales, las Leyes Nuevas de 1542, y las que siguen a la gran disputa académica de 1550 entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda, reafirmaron definitivamente la tradición antiesclavista de la Iglesia y de la Corona.

La infracción de las disposiciones contra la esclavitud de los indios fue siempre perseguida y se fue generalizando con la aplicación de férreos controles, tanto por parte de la Iglesia como por parte del funcionariado estatal. La persecución comenzó muy pronto, sin que nadie, por más poderoso que fuera, quedara eximido. Colón lo sufrió desde el momento en que toma contacto con los indígenas y pretende esclavizarlos, o, el mismo Hernán Cortés, quien fue sometido a juicio de residencia en 1548, siendo acusado de tener trabajando en sus tierras indios esclavos de guerra o rescate, a los que se les dio libertad.

 

En 1553, el Rey Carlos I ordena «universalmente la libertad de todos los indios, de cualquier calidad que sean», y encarga a los Fiscales proceder en esto con energía, «de forma que ningún indio ni india deje de conseguir y conservar su libertad».


Fuentes: Algunas notas sobre la esclavitud en América

 

Lecturas Recomendadas

 

Amazon

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *