La Reina Juana -Desde Tordesillas-
Juana de Castilla, de la mano de su hijo Carlos I de España
y emperador del Sacro imperio,
fue reina de pleno derecho de Castilla y todos
sus territorios.
Juana I de Castilla nació en la provincia de Toledo, en el año 1479, era la tercera hija de los Reyes Católicos. Tuvo una educación muy esmerada con humanistas de la talla de Marineo Sículo, de los hermanos Antonio y Alejandro Geraldini y, sobre todo, de Pedro Mártir de Anglería. Al tiempo que fue privilegiada espectadora de importantes acontecimientos de la historia como la toma de Granada o el recibimiento de Colón por los Reyes Católicos en la ciudad de Barcelona, a su vuelta del descubrimiento.
No estaba destinada a reinar, sin embargo, la muerte de varios miembros de su familia: sus hermanos, el príncipe Juan, la princesa Isabel, así como el hijo de esta, el príncipe Miguel, la convirtieron en la princesa de Asturias y, por lo tanto, en heredera del trono de Castilla; no así del trono de Aragón, pues no admitía mujeres en la sucesión.
Se había casado con el archiduque Felipe de Augsburgo, llamado, el Hermoso, hijo del emperador del Sacro Imperio Maximiliano I, pero su vida como archiduquesa de Austria fue muy poco afortunada. El desarraigo en tierras de Flandes y las continuas infidelidades de su marido hicieron que Juana pareciera perder la razón. La historia la recuerda como Juana la Loca.
Cuando por la muerte de su marido, Felipe el Hermoso, le tocó ocupar el trono castellano, fue apartada de tal misión por su padre, Fernando el Católico, quien, con el permiso de su esposa Isabel, dado en su testamento, la consideró no acta para el gobierno y, en 1509, ordenó su confinamiento para ser apartada de la toma de decisiones.
Años más tarde, en 1517, con Juana encerrada en Tordesillas, Carlos I, recién llegado de Flandes, obtuvo la conformidad de su madre para compartir su reinado. Serían los comuneros, levantados en rebelión contra el nuevo rey, quienes pretendieron convertirla en la única reina legítima; entraron en Tordesillas en agosto de 1520, pero ella misma manifestó su voluntad de no poder hacerse cargo del gobierno del reino ni actuar en contra de su propio hijo, por lo que volvió a la reclusión que solo terminaría con su muerte, muchos años después, en 1555.
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