Los ecos de Quevedo en el siglo XXI
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Los ecos de Quevedo en el siglo XXI

Cuatro siglos más tarde de que Francisco de Quevedo escribiera su “España defendida”, como una profecía autocumplida, sus lamentos se han convertido en auténtico llanto. Pero también en la oportunidad de sacudirnos por fin el agotamiento que supuso para España, derramarse gota a gota sobre aquel inmenso Mundo Nuevo que recibió de la mano de sus hijos cuanto tenía: su gente, su idioma, su cultura y su Dios. En aquellos años, no pudimos dar más, ahora solo nos cabe el legítimo orgullo de haberlo hecho y contarlo.

 


Leyenda Negra. —El Rincón del pensamiento ilustre—

Los ecos de Quevedo en el siglo XXILamentablemente, en los Estados Unidos de América y en algunos países iberoamericanos se está reactivando la campaña, en nombre de un supuesto “indigenismo” tribal y con un grave desconocimiento de la Historia, en contra de la gran gesta protagonizada por España en el Descubrimiento y conquista de América.

Denuestan la figura de Colón, ahora un supuesto “genocida” según ellos, y restan legitimidad a la celebración del 12 de octubre como día de la Hispanidad. Retiran, si no derriban como los nuevos bárbaros, infinidad de estatuas erigidas en honor del mencionado Colón —a quien únicamente parecen defender la colonia italoamericana en USA, con grave dejación de la representación diplomática española— y de otros muchos de nuestros héroes de relevancia universal. Hasta el propio San Junípero Serra, fundador de las Misiones que recorren el llamado “Camino Real” el Alta California y único español cuya efigie está presente en la sede del Capitolio en Washington D.C., ha sido ofendido por estos modernos iconoclastas ignorantes, con la demolición de muchas estatuas en ciudades que él mismo había fundado.

Algunos incluso, como el actual presidente de México, el conocido como AMLO (Andrés Manuel López Obrador) ha llegado, incluso, a pedir a España “que pida disculpas” por la conquista del antiguo imperio azteca por parte de apenas 500 aguerridos soldados y frailes españoles al mando de Hernán Cortés. Ignora que gran parte del mérito del extremeño estribó en conseguir la alianza de otras muchas tribus como los Tlaxcaltecas y los clanes de Cholula y Cempoala, que pretendían rebelarse y sacudirse el yugo y opresión de los beligerantes y amantes de los sacrificios humanos habitantes de Tenochtitlán.

Además, cabría añadirle al mandatario mejicano que quiénes en realidad debieran instar el perdón, sería en todo caso los actuales dirigentes de muchas naciones hermanas sudamericanas, porque de haberse producido algunos episodios de represión hacia su población india nativa, estos se produjeron especialmente DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA de la metrópoli a lo largo del siglo XIX y llevados a cabo por la nueva clase dirigente “Criolla”, como los San Martín, Bolívar y compañía.

Resulta, además, paradójico que desde USA se acuse a los españoles de exterminadores de indios, cuando basta ver que entre la población hispanoamericana actual predomina el mestizaje e incluso, entre algunos países andinos y centroamericanos, la población indígena es mayoría. Todo lo contrario que en los “avanzados” países anglosajones de Norteamérica, donde su población india es residual y se halla confinada en las reservas. Poco nos tienen que aleccionar, cuando recordamos las duras palabras del conocido General del ejército Federal americano durante su guerra de Secesión, SHERIDAN, cuando proclamaba que “el mejor indio es el indio muerto”.

Quizás no conozcan que la génesis del llamado «Ius Gentium» o Derecho de Indias, embrión del posterior Derecho Internacional y base de los Derechos Humanos, se debe en gran parte a nuestros sabios doctores de la Escuela de Salamanca del siglo XVI. Enmarcados en este contexto, cabría citar acto seguido a modo de argumentos de autoridad, algunas mandas dictadas por diferentes monarcas españoles en pro y defensa de los indios:

Así, la reina ISABEL LA CATÓLICA dispuso en su testamento que "no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y en sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, los remedien".

Su nieto CARLOS I de España cursó en 1523 las siguientes instrucciones a Hernán Cortés durante su conquista de Méjico: "Dios 
nuestro Señor creó a los indios libres y no sujetos, no podremos mandarlos, encomendar ni hacer repartimiento de ellos a 
los cristianos".

Por último, FELIPE II en su Real Cédula de 29.11.1593 establecía: "os mando que de aquí en adelante castiguéis con mayor rigor a 
los españoles que injuriaren, ofendieren o maltrataren los indios, que si los delitos se cometiesen contra españoles". 

Finalmente, hemos de resaltar que hasta los propios ingleses, tan interesados normalmente en propalar la infundada “Leyenda Negra” en contra de España y en su pugna por arrebatarnos nuestros antiguos dominios y comercio con Las Indias, nos han reconocido en algunos casos la meritoria labor desplegada por nuestro país en América, porque España —a diferencia de anglosajones y holandeses, más interesados en explotar sus colonias en beneficio exclusivo de su metrópoli—, imbuida del espíritu evangelizador que presidía la conquista, desde el primer momento no dejamos de sembrar Catedrales, Hospitales, Universidades por toda América en beneficio de su población nativa.

En este sentido indicado, cabría mencionar a modo de ejemplo el testimonio de Erasmus Darwin —abuelo del famoso naturalista Charles Darwin, padre del evolucionismo— cuando sostenía que «en mis viajes por el inabarcable imperio español he quedado admirado de cómo los españoles tratan a los indios, como a semejantes, incluso formando familias mestizas y creando para ellas hospitales y universidades. He conocido alcaldes y obispos indígenas y hasta militares, lo que redunda en la paz social, bienestar y felicidad general que ya quisiéramos para nosotros en los territorios que con tanto esfuerzo les vamos arrebatando.  Parece que las nieblas londinenses nos nublan el corazón y el entendimiento, mientras que la claridad de la soleada España le hace ver y oír mejor a Dios. Sus señorías deberían considerar la política de despoblación y exterminio, ya que a todas luces la fe y la inteligencia española están construyendo, no como nosotros, un imperio de muerte, sino una sociedad civilizada que finalmente terminará por imponerse como mandato divino. España es la sabia Grecia, la imperial Roma e Inglaterra el corsario turco».

 

Francisco del Valle Jiménez
Un amante de la historia

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