Martín Alonso Pinzón
Martín Alonso Pinzón y Cristóbal Colón, al parecer, fueron presentados por el fraile de la Rábida Juan Pérez. Esta gestión hizo posible una conversación de negocios en que ambas partes acordaron realizar una sociedad verbal para realizar una expedición atlántica, cuyos beneficios serían “a la parte”, según costumbre de la gente de mar. En esta sociedad, Martín Alonso pondría el dinero que le faltaba a Colón, aproximadamente, medio cuento de maravedíes y, lo más importante, las tripulaciones y el apresto de las dos carabelas requisadas. El genovés, por su parte, ofrecía el plan, las ayudas y los permisos reales ineludibles para llevarlo a efecto.
Martín Alonso nació en 1440, en Palos de la Frontera. Era hijo de Martín Alonso Pinzón y de Mayor Vicente, hermano de Francisco Martín Pinzón y de Vicente Yáñez Pinzón.
La tradición familiar marinera era larga, por lo que Martín desde niño había navegado junto a su padre con mucho aprovechamiento. Más tarde, la vida diaria de Pinzón era gobernar un barco de su propiedad, transportando mercancías por todo el Mediterráneo y por la fachada Oeste de África en la costa frente a las islas Canarias, llegando incluso a la Mina de Portugal y al Golfo de Guinea.
En esas andanzas vivió episodios que se han calificado como de auténtico pirata. Sin embargo, eran un marino inquieto, es conocido el viaje que realizó a Italia en 1492, en concreto al puerto de Ostia de la ciudad de Roma. En esta visita, se cree que Martín Alonso trató de hacerse con cartografía de la época para sus viajes, y que debió visitar los fondos documentales en la librería del papa Inocencio VIII, para tener acceso a las noticias sobre tierras al oeste de la Península Ibérica. A la vuelta de este viaje a Italia, Martín Alonso va a conocer a Cristóbal Colón.
Una vez obtenido el acuerdo y ultimados los preparativos del viaje, partieron hacia Canarias. Un mes más tarde, tras reparar las naves, lo hacían hacia el oeste, rumbo a lo desconocido. Martín Alonso capitaneaba la carabela La Pinta, su hermano Francisco navegaba junto a él como maestre.
El largo y desconcertante viaje generó posturas encontradas que hizo que la tripulación se sublevara en varias ocasiones, destituyendo incluso a Colón de su cargo capitaneando la flota. Le achacaban la falta de veracidad en sus afirmaciones sobre la distancia a recorrer y el tiempo en llegar a esa tierra que varias veces creyeron ver, pero que nunca era cierta. Hasta que, por fin, después de un último cambio de rumbo sugerido por Martín Alonso, en la madrugada del 12 de octubre y desde La Pinta, Rodrigo de Triana avistó tierra.
Junto a Cristóbal Colón y a sus hermanos, Vicente y Francisco, Martín Alonso Pinzón llegó a la isla de Guanahaní y juntos pisaron la nueva tierra en nombre de los reyes de Castilla.
Según se desprende de la documentación del viaje y de los testimonios posteriores en los pleitos colombinos, Colón y Martín Alonso mantuvieron una buena relación durante la travesía; fue posteriormente cuando Colón comienza a sentirse desorientado en cuanto hacia dónde dirigirse, cuando pierde la confianza de los hombres y Martín Alonso, siguiendo su criterio y su deseo de volver, desapareció con La Pinta, al parecer a la búsqueda del oro.
En las jornadas de este viaje que comenzó el 21 de noviembre, con una duración de cuarenta y cinco días, navegaron entre las islas de La Española, Cuba y Borinquén, poniendo incluso la vista sobre Jamaica. Concluyó el 6 de enero siguiente, fecha en la que volvieron a encontrarse en la ruta que debía seguir Colón. Martín Alonso parece que pasó a La Niña, donde Colón había tenido que embarcarse por la perdida de la nao Santa Maria, para excusarse, diciendo que se había perdido contra su voluntad.
A partir de entonces, el ambiente en las naves estuvo impregnado de la tensión entre los Pinzón y el almirante. Colón plasma en su diario algún comentario sobre la situación de olvido que sufría en las carabelas, donde iba como invitado al haber perdido a la Santa María, y buena parte de sus hombres que dejó en el fuerte de la Navidad.
Las carabelas, la Pinta y la Niña al fin zarparon juntas de vuelta a España, en el amanecer del día 16 de enero. Navegaron en aguas calmas, hasta el 4 de febrero, en que los descubridores pudieron contactar con la corriente de vuelta que les llevarían a la península. Durante diez días más navegaron juntas hasta que en la región de las Azores, se desencadenó una tormenta. Se perdieron de vista y Martín Alonso siguió navegando solo hasta su entrada en el puerto de Bayona, en Galicia, el día 28 de febrero de 1493.
Apenas arribó a tierra, Martín Alonso Pinzón envió un correo a los monarcas comunicando el descubrimiento de unas islas, tal y como nos confirman las palabras del cronista aragonés Jerónimo Zurita: “que había llegado nueva por una carabela de las que fueron con Colón, que aportó a Galicia”.
Se sabe que Martín Alonso llegó a tierra muy enfermo y que en Bayona trataría de cuidarse en los días que permaneció allí hasta, probablemente, el 12 de marzo que zarpó rumbo a Palos de la Frontera.
En su pueblo natal, según cuenta su primo Hernán Pérez Mateos, que lo vio, Martín Alonso llegó “a la villa de Palos, no entrando dentro se fue a una heredad suya que está en término de Moguer e alli adoleció, e estando doliente lo truxeron çiertos debdos suyos a un monasterio de franciscanos que se dize la Rávida en términos de palos a donde el dicho Martín Alonso falleció desta presente vida.”
La reina Isabel, en cuanto supo de su llegada, lo mandó llamar, pero según cuenta su yerno, Diego Hernández Colmenero “vido que la reyna doña Ysabel mandó un mensajero que fuese Martín Alonso Pinçón ante ella, para se informar e gratificar e remunerar sus serviçios; y quando el mensajero vino [a Palos], hera fallesçido; el dicho Martín Alonso no fue […]”.
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