Matías de Paz -El inicio de la polémica-
La preocupación de los reyes de Castilla por la legitimidad de sus actuaciones en las Indias, en cuanto a las tierras y a sus habitantes, dio origen a una larga e intensa polémica que fue generando la genuina e innovadora legislación para las tierras y los hombres del Nuevo Mundo.
Matías de Paz nació probablemente en algún lugar de la diócesis de Salamanca entre los años 1468 y 1470. Profesó como dominico en el Convento de San Esteban de la ciudad de Salamanca. Estudió Filosofía en San Pablo de Valladolid; también cursó estudios de Teología en París, y figuró entre los primeros colegiales de San Gregorio de Valladolid, donde dirigió el colegio al lado del rector, fray Andrés de Burgos.
Enseñó primero, Artes y en 1502 pasó a explicar Teología por la Summa de Santo Tomás, y así fue elevado al Magisterio en 1505. Adoptó como texto para sus enseñanzas la Summa Teológica de Santo Tomás en lugar de las Sentencias de Pedro Lombardo, que en aquel tiempo se seguían como metodología del estudio, con lo que se anticipó al maestro Francisco de Vitoria, que años más tarde lo implantaría en sus clases.
Como catedrático de Prima de Teología en la Universidad de Valladolid, Matías de Paz fue llamado a asistir a la Junta de Burgos de 1512, en compañía del también salmantino Juan López de Palacios Rubios, colaborador y amigo personal del rey Fernando el Católico, quien preocupado por la licitud o ilicitud de la Conquista,
sintió la necesidad de que se aclarasen las condiciones de justicia en que esta debía fundarse. La respuesta del dominico Matías de Paz fue escribir en Valladolid, en torno al verano de ese año de 1512, un opúsculo con el que pretendía aclarar las dudas surgidas en torno al dominio ejercido por la Corona
de Castilla en las Indias. El tratado del padre Matías de Paz se titula De dominio regum Hispaniae super Indos.
La argumentación teológica de Matías de Paz, le llevó a admitir para los territorios, descubiertos o por descubrir, el carácter de verdadera donación papal en virtud del señorío universal del Sumo Pontífice, quien a su vez ha recibido de Dios el mundo por reino. Y la asignación a perpetuidad al Rey de los nuevos dominios, aunque no suponía la facultad de esclavizar a los indios, que debían ser tratados como libres y no como siervos, le lleva a la calificación de la guerra como justa y, por tanto, el Rey podía hacerla lícitamente.
Estas conclusiones y los corolarios que las acompañan le hacen coincidir con su compañero Juan de Palacios Rubios. Los dos son teócratas, presentan soluciones sustancialmente iguales, recogen los principios del derecho natural a favor de los indios, pero consideran la primacía de los derechos de la cristiandad sobre las potestades políticas de los infieles a partir de su subordinación al papado.
Ambos autores escribían en Valladolid sobre un hecho consumado, porque el rey Fernando el Católico, por comisión del Papa, ya había intervenido en el gobierno de las Indias y esa realidad no podía combatirse. Era más viable discutir el modo de actuar de los españoles con los indios, que el derecho original de Castilla sobre las Indias.
La polémica estaba servida. Bartolomé de Las Casas afirma que Matías de Paz escribió su tratado demasiado deprisa, estando falto de reflexión y de madurez. Critica las conclusiones de Juan de Palacios Rubios, pero, sin embargo, en la obra de Matías de Paz sí encontró aspectos favorables para su campaña en defensa de los indios y así lo dejó escrito en su Historia de las Indias.
Hubo otros religiosos, como el padre Miguel de Arcos, que estudiaron las conclusiones de cada uno de ellos en las que se reflejan la evolución de las ideas acerca de la condición de los indios. Pero el esclarecimiento de la polémica fue obra de Francisco de Vitoria y Domingo de Soto sobre la base del derecho natural y el derecho de gentes; negando que existe un verdadero dominio de prelación entre los infieles, y la suposición de que el papa, como vicario de Cristo, tiene jurisdicción temporal directa sobre todo el orbe.
La disputa no concluyó ahí, en el siglo XVII el jurista Juan de Solórzano y Pereira reanudó la polémica, situándose más cerca de Matías de Paz que de Francisco de Vitoria al aceptar el hecho de la donación papal.
Siempre inserto en el mundo universitario de la época, entre Salamanca y Valladolid, Matías de Paz
murió en el Convento dominico de Salamanca siete años antes de la llegada de aquel de quien
fue predecesor, Francisco de Vitoria.
Fuentes: RAH, Matías de Paz
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