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Y es que, ya desde nuestras propias raíces éramos diferentes, su padre y el mío tenían la misma edad y en nuestro país hubo una guerra. Cuando fueron llamados a filas, mi padre recogió su fusil y se fue al campo de batalla; el suyo hizo un hatillo y se encaminó a la frontera, había que escapar.
Déjate llevar por los microrrelatos de la Higuera Mágica aquí