Pánfilo de Narváez y Hernán Cortés
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Pánfilo de Narváez y Hernán Cortés

Cuando Cortés, en 1519, zarpó desde Cuba rumbo a las tierras
continentales del Nuevo Mundo sin
consentimiento de
Diego Velázquez, gobernador de la isla, se había convertido
en un
proscrito y Pánfilo de Narváez
fue enviado para que procediera a su detención.


Panfilo de Narváez y Hernán Cortés
Retrato de Pánfilo de Narváez

Pánfilo de Narváez nació en la provincia de Segovia, municipio de Navalmanzano, en torno a 1475. Parece ser que que pasó a las indias en el año 1498. 

Las primeras noticias que se tiene de él proceden de su estancia en la isla de Jamaica, bajo el mando de Juan de Esquivel, gobernador de la isla, que le envió a Cuba para auxiliar a Alonso Ojeda quien, desde allí, había pedido auxilio. Pero Narváez no permaneció en Jamaica, ya que, teniendo noticias de la colonización de Cuba por su paisano Diego Velázquez de Cuéllar, solicitó y obtuvo licencia para incorporarse a la empresa conquistadora de esa isla.

En Cuba protagonizó varias campañas, colaboró o fue el artífice de la fundación de algunas de sus poblaciones, hasta que se obtuvo la completa dominación del territorio. Algunos historiadores le consideran el auténtico conquistador de la isla.


Estando ya pacificada Cuba, a principios de 1519, Diego Velázquez de Cuéllar envió a Narváez tras las huellas de Cortés para que lo detuviera.

Llegada de Panfilo de Narváez a Vera Cruz
Llegada de Panfilo de Narváez a Vera Cruz

Siguiendo los pasos del osado conquistador y al mando de una poderosa flota, Narváez se encontró con los hombres de Cortés en la ciudad recién fundada por ellos, La Villa Rica de la Veracruz. Él mismo trató de fundar una población legítima, por contraposición a esa Villa Rica, nombrando incluso cargos para su regimiento; consiguió, además, establecer una alianza con los totonacas a quienes les hizo entender que su misión consistía en liberar a Moctezuma. 


Mientras tanto, las noticias de la llegada de Narváez y de sus intenciones llegaron a oídos de Hernán Cortés, que estaba con su ejercito en Tenochtitlán. Dejó a su gente a cargo de Pedro de Alvarado y regresó a la costa de la que había partido con la intención de iniciar negociaciones con Pánfilo de Narváez. A través de reuniones y cartas, la mayoría de los capitanes llegados de Cuba fueron convencidos por las ofertas de Cortés y la mayor parte del ejército de Narváez se incorporó a las huestes de Cortés.

Mientras el segoviano, presentó batalla y se enfrentó a Cortés desde su campamento de Cempoala. En la contienda perdió un ojo, fue derrotado y capturado en su campamento durante la noche del 28 al 29 de mayo. Cortés lo mantuvo prisionero durante varios años, hasta que, en 1523,  gracias a la intercesión de Francisco de Garay, un valiente conquistador que entabló buenas relaciones con Cortés y que había coincidido con Narváez, fue liberado pudiendo volver a Cuba.

 

Bernal Díaz del Castillo relata el singular encuentro, en el que Narváez al tratar de justificar sus derrotas, se expresaba así ante Francisco de Garay: “[…] hágole saber que otro más venturoso en el mundo no ha habido que Cortés; y tiene tales capitanes y soldados, que se podían nombrar tan en ventura, y en el vencer como Julio César, y en el trabajar y ser en las batallas más que Aníbal”.

Una vez liberado, Narváez regresó a Castilla para exponer sus quejas ante la Corte española de la mano del todopoderoso Juan Rodriguez de Fonseca, que sin duda contribuirían a acrecentar la mala fama de Hernán Cortés y de la que resultarían tantos perjuicios en su contra. Años más tarde Narváez regresó al Caribe para enfrentar nuevas etapas en la conquista de las tierras del Nuevo Mundo.

Fuentes: RAH, Panfilo de Narváez

 

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