Pascual de Andagoya -Noticias del Perú-
Pascual de Andagoya se consideró a sí mismo el verdadero descubridor del Perú. No fue así, pero, sin duda, sus noticias fueron un incentivo para el inicio de la campaña de conquista que realizaron Pizarro y Almagro. Tal vez por eso fue llamado “el medio conquistador”.
Pascual de Andagoya, se le supone natural del pueblo de Andagoya en la provincia de Álava. Llegó a las Indias cuando apenas contaba catorce o quince años, con la flota de Pedrarias Dávila, en junio de 1514, a quien servía y de quien fue obteniendo beneficios, sin duda por sus buenos servicios.
Entre los años 1514 y 1520 -época de su formación como militar-, fue testigo de cuanto ocurrió en aquellos lares en los años más cruciales de la expansión conquistadora en la zona del nuevo mar descubierto: asistió a las penurias de Santa María la Antigua del Darién, contempló asombrado la política de cabalgadas contra los indios, emprendida por Pedrarias y sus capitanes para capturar esclavos para las minas; acompañó a Nuñez de Balboa en el poblamiento de Acla, participó con él en la construcción de las naves para adentrarse en el Mar del Sur y estuvo en la fundación de la Ciudad de Panamá, en donde se estableció abandonando las armas.
En la Ciudad de Panamá ocupó varios cargos a lo largo de los años. Entre otros, en 1522 fue nombrado visitador general de los indios y en el ejercicio de este cargo llegó al territorio de Chochama, donde escuchó de labios de su cacique que su pueblo era hostigado por las gentes que venían del Virú o Birú, una tierra desconocida, situada al sur de Panamá, que según escribió luego era el Perú: “que de Birú se corrompió la letra y la llamamos Pirú, que deste nombre no hay ninguna tierra”.
Andagoya quedó muy impresionado por aquella revelación y el mismo año 1522 pidió permiso a Pedrarias para “ir a descubrir al cacique del Perú e la costa adelante del golfo de San Miguel. E Pedrarias le hizo su capitán”.
Su expedición al Birú no pasó probablemente de la región del Chocó colombiano, pero combatió a los enemigos del cacique Chochama a quienes les hizo devolver lo robado, mientras hacía averiguaciones sobre la existencia de ese rico reino al sur de Panamá que acabaría siendo el reino de Tihuantinsuyo o “las cuatro regiones juntas”. En cualquier caso, allí tuvo Andagoya un serio percance, en donde estuvo a punto de morir ahogado; el percance dejó tales secuelas en su cuerpo que le hizo permanecer tullido durante tres años.
Enterado Pedrarias de las consecuencias de su viaje, dice el mismo Andagoya: “me rogó que diese la jornada a Pizarro y Almagro y al P. Luque, que eran compañeros, porque tan gran cosa no parase de seguirla”.
Durante su recuperación, Andagoya vivió unos años de paz y prosperidad, que se complicaron más adelante con los cambios de gobernadores de la Castilla del Oro que se fueron sucediendo, Pedro de los Ríos y Pedro Velázquez; Eso fue la causa por la que tuvo que regresar a España para defenderse de graves acusaciones. Resultó libre de cargos y, enterado de la muerte del licenciado Gaspar de Espinosa, la mano derecha de Pedrarias, que había capitulado con la Corona en septiembre de 1536 la gobernación del Río San Juan que él ya había recorrido, Andagoya puso todo su dinero e influencias en conseguir esa capitulación para sí, y lo logró.
En febrero de 1540 comenzó la conquista de la gobernación concedida. Con su flota, fue descendiendo por el golfo de San Miguel, el Darién, y costeando el Chocó hasta la región del Río San Juan, que remontó tierra adentro.
A partir de ahí, en las distintas incursiones al interior del país tuvo graves problemas de límites territoriales con Sebastián de Belalcázar, entrando en ciudades fundadas por este, como Cali y Popayan, que estaban en condiciones paupérrimas y acosadas por indios muy belicosos.
Belalcázar no aceptó esa intromisión y se enfrentó con Andagoya, con quien no pudo obtener ningún acuerdo. Belalcázar consiguió reducirle, quedando Anadagoya arrinconado en el puerto de Buenaventura que él había fundado. Desde allí, marcharía a Panamá y más tarde, puso rumbo a España para hacer valer sus derechos ante el emperador, actos que le llevaron a la ruina.
Durante su estancia en España, dejó escritas interesantes crónicas sobre sus vivencias en las Indias. Y estando en España todavía, en el año 1545, supo que el emperador enviaba tropas para combatir la rebelión de Gonzalo Pizarro en el Perú. Bajo las órdenes de Pedro de Lagasca, encargado de pacificar la zona, Andagoya partió de nuevo rumbo a las Indias, esta vez al servicio del emperador. Allí militó en el bando realista hasta la derrota del rebelde en 1548. En la definitiva batalla de Xaquijaguana, Andagoya fue herido y trasladado al Cuzco.
Moriría, entre junio y septiembre de 1548, como consecuencia de sus heridas de guerra.
Fernández de Oviedo, quien lo conoció largamente,
decía de él en sus escritos que era
«un hombre virtuoso».
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