Pedro de Alvarado -La Noche Triste-
En México, Pedro de Alvarado, que era de buena y graciosa presencia y de pelo rubio, llamó mucho la atención de los indígenas, recibió el nombre de Tonatiu, el hijo del sol, y así fue llamado habitualmente por los indios.
Pedro Alvarado participó en la expedición de Juan de Grijalba en dirección al casi desconocido continente en donde recorrió las costas de Yucatán, Cozumel y gran parte del golfo de México, que fructificó en nuevos descubrimientos y en el encuentro con los emisarios de Moctezuma, quienes contactaron por primera vez con los españoles.
Las noticias sobre las novedades descubiertas animaron al gobernador Diego de Velázquez a organizar una nutrida expedición para adentrarse en el continente. En ella nuevamente participó Alvarado, esta vez como socio. A partir de ese momento, se convertirá en uno de los hombres de confianza y principal capitán de la nueva expedición de Hernán Cortés.
Navegando hacia el Norte, llegados a San Juan de Ulúa y fundada la Villa Rica de la Veracruz, Hernán Cortés la dotó del correspondiente cabildo asentándola como principal soporte de sus futuras conquistas. Allí, el conquistador tomó la decisión de independizarse del gobierno de Diego de Velázquez. Para ello, pergeñó lo que iba a ser una constante en su actividad conquistadora: combinar pactos y guerras con los señoríos indígenas, según viniera al caso, y, sobre todo, pactar con los reinos indígenas enemigos de los aztecas y hacerlos sus amigos y aliados.
Adentrados en el continente y después de superar no pocos obstáculos, la expedición de Cortés, formada por cuatrocientos españoles y varios miles de indios auxiliares tlaxcaltecas, logró entrar el 8 de noviembre de 1518 en el corazón del imperio azteca, la gran ciudad de Tenochtitlán, residencia del emperador Moctezuma.
Cortés se percató inmediatamente de que los aztecas le eran más bien hostiles y el 14 del mismo mes, para asegurar la defensa de su hueste, apresó a Moctezuma en su palacio.
En mayo de 1520, Cortés tuvo que abandonar precipitadamente la ciudad, pues le habían llegado noticias de que Diego Velázquez había enviado una expedición a la Veracruz bajo el mando de Pánfilo de Narváez, con la orden de deponerle y apresarlo.
Alvarado, junto a una pequeña guarnición compuesta por ochenta españoles y sus auxiliares tlaxcatecas, quedó en la capital encargado de custodiar al emperador.
Era el 16 de mayo de 1520, en ese día celebraban los aztecas la gran fiesta de Toxcatl en honor del temible dios Uitchilipochtli, a quien sacrificaban anualmente miles de víctimas humanas. Esa sería la fecha en que se consumó la tragedia y que iba a acompañar para siempre al nombre de Pedro Alvarado.
Sorpresivamente y de forma imprudente, Alvarado sospechó que se preparaba una insurrección y para evitarla atacó a traición a los mexicas, ordenando a sus hombres irrumpir en la ceremonia y matar a los nobles asistentes, produciéndoselas la “Matanza del Templo Mayor”.
Los historiadores han deducido que fueron varios los motivos que indujeron a Alvarado a tomar tan drástica decisión: el creciente miedo de Alvarado y de los españoles, rodeados de poderosos enemigos, a ser muertos y sacrificados; el deseo de los tlaxcaltecas de vengarse de los odiados aztecas; el peligro, a los ojos de Alvarado, de que la fiesta diera origen a un ataque de los mexicas.
Como consecuencia de la matanza, se produjo una gran sublevación de los mexicas. Los españoles permanecieron durante treinta días angustiosamente cercados con el prisionero Moctezuma.
Enterado de lo sucedido en Tlatelolco, y puestas las cosas en orden y a su favor en Veracruz, Cortés acudió precipitadamente a Tenochtitlán a donde llegó el 24 de junio de 1520. Reprendió a Alvarado su comportamiento, pues su intención era la conquista pacífica del imperio indígena e intentó Cortés, haciendo que Moctezuma hablara a su pueblo, apaciguar los ánimos, el resultado fue la muerte del emperador de una pedrada, probablemente a manos de sus súbditos.
Viendo Cortés que todo estaba perdido y que el cerco se estrechaba, el 30 de junio decidió romperlo y huir de la ciudad de noche y con el mayor sigilo. El resultado fue desastroso, pues en esa famosa Noche Triste murieron entre seiscientos y ochocientos españoles. Alvarado se distinguió por su valor y cuentan algunos relatos que, con su lanza, saltó de una parte a otra de un foso, de cuyo salto —el llamado Salto de Alvarado— quedaron espantados los indios y también los españoles, pues era grandísimo y otros no lo pudieron hacer, aunque Bernal Díaz del Castillo, presente en la refriega, le resta importancia.
Cortés reorganizó su ejercito, al cabo de unos meses se acerca de nuevo a la capital y, después de un largo y sangriento cerco, el 13 de agosto de 1521, entra triunfante en la ciudad. El imperio azteca se desmorona para siempre y Pedro de Alvarado continuó en su racha conquistadora
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Fuentes: RAH, Pedro de Alvarado
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