Tratado de Tordesillas
Con el Tratado de Tordesillas, España y Portugal se
repartieron la navegación del mundo atlántico.Como consecuencia de los descubrimientos de las nuevas tierras en el océano Atlántico, el papa Alejandro VI, en el año 1493, concedió al reino de Castilla las bulas: Inter caetera y Eximiae devotionis; con ellas se trazaba una línea divisoria en ese mar por el que ambos reinos se disputaban la navegación. En esas primeras bulas, la línea quedó establecida a cien leguas al oeste de las Islas Azores y de Cabo Verde. Sin embargo, el rey de Portugal, Juan II, receloso de sus privilegios, no vio con buenos ojos tal reparto y propuso revisar la vigencia de los límites de sus respectivas demarcaciones, que ya habían quedado previamente establecidas en septiembre de 1479 con el Tratado de Alcáçovas, con él se tuvo la intención de poner fin a la beligerancia entre los reinos adoptando una política de proyección exterior sobre el océano Atlántico y el continente africano.
Juan II y los Reyes Católicos eligieron la ciudad de Tordesillas, en la provincia de Valladolid,
para la firma de un nuevo acuerdo diplomático que tendría lugar en el año 1494.
El 7 de junio, se reunieron los representantes de los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, produciéndose el reparto de las zonas de navegación y conquista del océano Atlántico en el continente africano y en el Nuevo Mundo, mediante una línea, que, definitivamente, quedó situada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, tratando de evitar de esta manera el conflicto de intereses entre los distintos reinos. La gran diferencia con la ampliación de la demarcación establecida en las bulas pontificias fue que la parte oriental de América del Sur, el extremo este de Brasil, quedó adscrito al área de acción de Portugal, lo que posibilitó el sometimiento a su soberanía cuando en 1500 Pedro Álvares Cabral arribó a las costas brasileñas.
Con el tratado de Tordesillas se garantizaba que los castellanos podrían navegar por aguas portuguesas hasta llegar a la zona que les pertenecía, al mismo tiempo que, no interferirían la ruta portuguesa del Cabo de Buena Esperanza, mientras que los portugueses no interferirían en los recientes descubrimientos castellanos en las Antillas.
Alejandro VI nunca confirmó el Tratado y hubo que esperar a que Julio II lo hiciese, dándole carácter inviolable por medio de la bula Ea quae pro bono pacis en 1506.
Para fijar los límites adoptados en el acuerdo, y con ello señalar el lugar en donde se encontraba la línea divisoria de los territorios pertenecientes a cada reino, fueron enviadas cuatro embarcaciones con astrónomos, navegantes y geógrafos a un determinado punto en el océano. Los términos nunca quedaron señalados con claridad, debido a que la dimensión de las leguas marinas no era unitaria y los instrumentos de medición eran muy imperfectos en aquella época; esto ocasionó que, en el curso de las distintas navegaciones y descubrimientos, los conflictos fueran muy numerosos entre ambos reinos, sobre todo cuando los territorios asiáticos entraron en conflicto.
Con la unificación de los dos reinos bajo un solo monarca, Felipe II, se solventaron los problemas temporalmente que volvieron a reaparecer con la independencia de Portugal en 1640.
Abolición del tratado El Tratado de Madrid de 1750, suscrito entre el Reino de España y el Reino de Portugal, anuló el Tratado de Tordesillas y cualquier otro complementario, pero volvió a tener vigencia un año después, hasta que la línea de Tordesillas fue abolida definitivamente en el tratado de San Ildefonso en 1777.