Juan Ginés de Sepúlveda -Un humanista imperial-
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Juan Ginés de Sepúlveda -Un humanista imperial-

Durante el siglo XVI, Juan Ginés de Sepúlveda encarnó la tensión entre el humanismo renacentista y la expansión imperial española. Erudito de formación aristotélica, traductor y polemista, su obra refleja la ambición de legitimar la conquista de América bajo la autoridad de la filosofía clásica.
Juan Ginés de Sepúlveda -Un humanista imperial-
Retrato de Juan Ginés de Sepúlveda

Nació en el pueblo cordobés de Pozoblanco en 1490. Después de cursar estudios de filosofía y griego durante tres años en la recién creada Universidad de Alcalá de Henares, estudió teología en el Colegio de San Antonio de Sigüenza hasta que, en 1515, el cardenal Cisneros lo recomendó para el Colegio de San Clemente de los Españoles en Bolonia, en donde entró oficialmente el 27 de septiembre de aquel mismo año.

En Bolonia estudió Filosofía y realizó estudios de Derecho y Teología. Durante años estuvo dedicado a las traducciones de Aristóteles. Con su actitud se mostró sensible a las preocupaciones humanistas de los renovadores aristotélicos con los que se relacionó. Consideró la filosofía de Aristóteles en su compleja riqueza de interpretaciones, atendió a la tradición de los comentaristas griegos del filósofo, y contribuyó al esclarecimiento filológico de algunos pasajes oscuros de los textos del filósofo griego.


Tras su marcha de Bolonia, Sepúlveda se dirigió, en 1523, a Roma, iniciándose así su acercamiento hacia los sectores imperiales de la década de 1520. Esto tuvo como consecuencia que en los veinte años que duró su estancia en la ciudad eterna, habría de jugar un notorio papel en las disputas tanto de orden político como teológico involucrándose en los muchos retos que surgieron en aquella época convulsa para la iglesia y el imperio.

*Aportó sus conocimientos en temas como la disputa entre Lutero y Erasmo en torno a las discusiones sobre el libre albedrío.  
* Debido al prestigio adquirido por Sepúlveda entre los círculos diplomáticos romanos, intervino en las difíciles relaciones entre el Papado y el Imperio, que, tras la Liga Clementina, que tendría como consecuencia el Saco de Roma, pudo contribuir en la reconciliación entre ambas partes en el Tratado de Barcelona de mayo de 1529.
*En el verano de 1531 terminó De ritu nuptiarum et dispensatione, a favor de la Serenísima Reina de Inglaterra, Catalina de Aragón. La obra constituía la aportación de Sepúlveda a la cuestión originada por el divorcio de Enrique VIII, punto de arranque del anglicanismo.
* En 1532 se decidió publicar su Antapologia pro Alberto Pío Carpensi, como homenaje póstumo a quien consideraba su mecenas. Esa obra representaba una crítica mesurada centrada en la osadía del Elogio de la locura y los Coloquios erasmistas, y en los puntos de vista de Erasmo sobre los frailes y el culto a los santos, votos o ceremonias. El suave tono de la Antapologia no disimuló, con todo, las discrepancias sepulvedianas con Erasmo acerca de la justicia de la guerra.
*La muerte del papa Clemente VII en septiembre de 1534 provocó la publicación de su diálogo Democrates primus (Roma, 1535). Defensa antierasmiana y antimaquiavélica de la conveniencia entre la guerra y la religión cristiana, preludio de las tesis de Sepúlveda a propósito de la justicia natural de la guerra contra los indios de América.

A principios de 1536, a ruego de Carlos V, accedió al puesto de capellán y cronista real. En noviembre de ese mismo año se embarcó rumbo a Barcelona. A partir de entonces la vida de Sepúlveda en España transcurrió entre las obligaciones de cronista y la educación del futuro Felipe II, de quien fue preceptor desde 1542. Esto supuso para Sepúlveda un acicate para retomar la traducción y el comentario en latín a la Política aristotélica, proyecto aplazado años atrás. La traducción de la Política coincidió con la composición de la obra más difundida de Sepúlveda, su Democrates secundus, sive de iustis belli causis apud Indios, diálogo en el que hizo extenso uso del material utilizado en las anotaciones a su versión a la Política aristotélica.

Juan Ginés de Sepúlveda -Un humanista imperial-

Democrates secundus, sive de iustis belli causis apud Indios

Redactado hacia 1544, Sepúlveda aplicó en su argumentación las teorías aristotélicas sobre la esclavitud natural, apoyándose además en su propia traducción de la Política de Aristóteles. En ella distinguía entre dos formas de dominio:
*Por un lado, el imperio del alma sobre el cuerpo —que denomina heril—, e implica cierto grado de amistad y cooperación, y tiene su reflejo político en la dominación natural de unos hombres sobre otros.
*Por otro, el dominio de la mente o razón sobre los apetitos —al que llama civil o regio—, basado en la fuerza que conduce a una esclavitud convencional o civil.

Para Sepúlveda, esta distinción justificaba que los españoles ejercieran un dominio legítimo sobre los pueblos americanos, a quienes consideraba de naturaleza inferior.

 Ante la imposibilidad de su publicación, Sepúlveda se vio obligado a redactar otro libro que, impreso en Roma en mayo de 1550 con el título Apologia pro libro de iustis belli causis, recogía el contenido del Democrates secundus y refutaba las impugnaciones y reparos que los adversarios del diálogo oponían a las tesis sepulvedianas.

Juan Gines de Sepulveda
Colegio de San Gregorio de Valladolid

El dominico, Bartolomé de las Casas, saldría al paso de las proposiciones de Sepúlveda con vehemencia y entendimiento. El choque dialéctico personal entre Sepúlveda y Las Casas, hoy día conocido como La controversia de Valladolid, tuvo lugar en dicha ciudad, en una junta compuesta por ilustres teólogos y juristas de la que formaba parte el maestro salmantino Domingo de Soto. Las sesiones empezaron en agosto de 1550 y duraron hasta mediados de 1551. Nunca hubo un dictamen definitivo por parte de la comisión, y Carlos I continuó con las conquistas en el nuevo continente.

 Al final Sepúlveda no pudo ver impreso su Democrates secundus, que tuvo que esperar hasta la edición de Menéndez y Pelayo en 1892.

Con el tiempo y tras estudiarse con más detenimiento sus textos, que a veces se han considerado malinterpretados, los estudiosos actuales destacan que la posición de Sepúlveda está muy alejada de la sensibilidad actual, pero también de la idea de que las conquistas en el Nuevo Mundo eran legítimas en todo caso, y de que los indígenas podían ser esclavizados por los conquistadores españoles. El objetivo de la conquista, según Sepúlveda, no podía ser la esclavización de los indígenas para obligarles a servir a los conquistadores españoles (habitual en el derecho de conquista medieval), sino que debía ser su sujeción a servidumbre para que estos pudieran asimilar los valores y principios religiosos de un pueblo superior, lo cual les daba legitimidad para tutelarles. 

Frente a la actitud más crítica de Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas, Sepúlveda defiende la acción conquistadora. La idea central de la argumentación de Sepúlveda es que la conquista permitía evangelizar a los indígenas, apartarles de las malas costumbres y las prácticas idólatras, y propiciar su salvación. 
Mateo Ballester (1)

Los últimos años de la vida de Sepúlveda transcurrieron entre Valladolid, sede de la Corte, y su retiro cordobés de la Huerta del Gallo. Permaneció siempre en contacto con distinguidas personalidades de la vida intelectual europea, de lo que es buen reflejo su extensa colección de cartas publicada en Salamanca en 1557.  En todo caso, siguió escribiendo, entre sus obras destaca por haber conocido a Hernán Cortés, una interesante historia de la conquista del reino de México. 

Hoy, su figura se estudia como símbolo de la pugna entre dominación y derechos humanos, un ejemplo de cómo el Renacimiento español debatió en serio los límites éticos del poder. Su pensamiento sigue siendo referencia para discutir el papel de la filosofía política en la legitimación de imperios. En la figura de Sepúlveda aún resuena la pregunta sin respuesta: ¿hasta dónde debe llegar un imperio cuando dice traer la luz?

 

Fuentes:

RAH: Juan Ginés de Sepúlveda

(1) Mateo Ballester. El pensamiento de Juan Ginés de Sepúlveda. Vida activa, humanismo y guerra en el Renacimiento Francisco Castilla Urbano. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2013, 318 pp. Juan

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