Benito Jerónimo Feijoo -La lucidez-
En el siglo XVIII, el padre Benito Jerónimo Feijóo, dibujaba a la perfección los rasgos de lo que, con el tiempo, sería llamado «Leyenda Negra» «No pudiendo los ojos mal dispuestos de las demás naciones sufrir el resplandor de la gloria tan ilustre, han querido oscurecerla, pintando con los más negros colores los desórdenes que los nuestros cometieron en aquellas conquistas. Pero en vano. Porque sin negar que los desórdenes fueron muchos y grandes, subsiste entero el honor que aquellas felices y heroicas expediciones dieron a nuestras armas…». (Teatro Crítico Universal. Discurso trece. Glorias de España. 1ª parte XXV.)
Benito Jerónimo Feijoo nació en Casemiro en la provincia de Orense, en 1676. Procedía de una familia que apreciaba en mucho el estudio de las letras. Sus primeros años de formación los realizó en colegios cercanos a su aldea natal. Posteriormente, y ya en 1690, renunció al mayorazgo que le correspondía como primogénito y entró en la Orden de San Benito en el monasterio de San Julián de Samos, provincia de Lugo. Tras una extensa formación en varios centros monásticos: San Salvador de Lérez, San Vicente (Salamanca), San Pedro de Eslonza (León), se incorporó a la docencia en 1709 como profesor de Teología en el monasterio de San Vicente de Oviedo, ciudad en la que residió siempre a partir de esa fecha y donde ejerció como catedrático de Teología de Santo Tomás; allí se sentía libre para expresar sus ideas.
Durante años ha sido considerado como el único ilustrado que dieran las letras españolas del siglo XVIII, pero con el tiempo se han reivindicado otras firmas. Pero, lo que no hay duda es su contribución a la formación del ensayo como género literario. Este generó dio los primeros balbuceos en los Essais (1580) de Montaigne, a pesar de algunas experiencias anteriores, pero se confirmó en la literatura española con el Teatro crítico (1726) de Feijoo, él es el fundador del ensayo moderno. Nuestro autor no utilizará nunca esta denominación para expresar sus reflexiones, para las que empleaba dos fórmulas: el discurso, en su Teatro Crítico, y la escritura epistolar, en sus Cartas eruditas.
A pesar de vivir una vida de recogimiento, se convirtió en el primer divulgador de las Luces en el ámbito de la lengua castellana.
No estaba aislado del mundo que le rodeaba, ya que tenía todas las fuentes de información que necesitaba, al tiempo que se dedicaba a su profesión docente, aunque, ante todo, era un hombre de estudio, que encontraba el mayor placer en la soledad de su celda dedicado a la lectura.
La obra de Feijoo es una “épica de la inteligencia” contra el enemigo de la ignorancia, de la superstición y de los errores vulgares. Refleja con claridad los objetivos que se propone el género ensayístico: proponer la verdad, luchar contra el error, explicar las cosas basándose en la experiencia, la razón y la autoridad de los escritores que trataron el tema y tener una voluntad de estilo.
En todos sus escritos, Feijoo se muestra siempre como polemista rebelde, intransigente en ocasiones, pero sincero, valiente, bien intencionado y con deseo de originalidad.
Fuente: RAH -Benito Jerónimo Feijoo-
Fuente: Iván Vélez-
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