Julián Juderías -Pionero universal-
“La mejor manera de desvanecer la atmósfera hostil, hecha de prejuicios y de embustes, en que se ve envuelta nuestra patría es decir la verdad, siempre la verdad y nada más que la verdad”.
J. Juderías
Nace en Madrid, en 1877 y desde joven tuvo una vida cosmopolita. Después de pasar por París y Alemania, residió en Rusia durante dos años; desde allí empezó a colaborar con la revista madrileña La Lectura y otras revistas españolas, donde realizaba traducciones y reseñas. Fue Historiador, sociólogo, periodista, crítico literario, políglota y traductor.
Con su obra Rusia Contemporánea obtuvo su primer éxito editorial, en ella abordaba cuestiones históricas y sociales. Fue a partir de 1906, cuando su producción se especializó, dando lugar a obras en el campo de la sociología y la historia. Sin duda, fue un original pensador que abordaba los problemas con una visión propia, buscando siempre soluciones originales y prácticas. En su faceta como sociólogo se mostraba favorable al estudio objetivo de la realidad como condición necesaria para su posible regeneración —se le puede considerar como el sociólogo por antonomasia de la miseria y de las lacras sociales—, siendo el primero en subrayar la importancia del pequeño crédito rural y urbano, los hoy llamados microcréditos; como historiador, Juderías rompe con la historiografía tradicional de guerras, reyes y batallas iniciando un camino que, años después de su muerte, se plasmaría en la ambiciosa pretensión de la llamada Escuela des Annales: cuyo fin es elaborar una “historia total”.
En otro orden de cosas, y medio siglo antes de que se celebrase el Concilio Vaticano II, el católico Juderías se preocupó de divulgar en España el pensamiento social del mundo anglicano y de las iglesias evangélicas, así como el de las ideas sociales y religiosas del conde Tolstói.
En 1914, a raíz de un concurso de La Ilustración Española y Americana, publicó su obra La Leyenda Negra.
En este libro realiza un primer estudio documentado sobre la existencia de un prejuicio antiespañol, interesándose por su origen y desarrollo, y argumentando también que los defectos tradicionalmente atribuidos a los españoles se encuentran igualmente en la historia de las demás naciones. Poco tiempo después, en 1917, a instancias del hispanista Juan Cebrián Cervera, Juderías publica una segunda versión refundida de su obra, en la que incluyó un nuevo y amplísimo capítulo, “la obra de España”, que suponía su reivindicación en la historia.
Sin duda, La Leyenda Negra sirvió de detonante de un interesantísimo proceso de revisión y objetivación del papel de España a lo largo del tiempo. En cinco siglos de denigración sistemática del pasado histórico de España por parte de sus enemigos exteriores, nadie “desde dentro” había emprendido la tarea de estudiar y denunciar los orígenes de esa fenomenal campaña de propaganda que dieron pie a la siguiente visión:
“La España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora
que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso o de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que, habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no
ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos críticos de
nuestra vida nacional. […] Los caracteres que ofrece la leyenda antiespañola no han cambiado a pesar del transcurso del tiempo. Se fundan en dos elementos principales: la omisión (de lo que puede favorecernos) y la exageración (de cuanto pueda perjudicarnos)”.
En palabras de Luis Español, La Leyenda Negra, “Fue una obra pionera en todo el mundo y en cualquier idioma porque se ocupaba de la imagen como factor de propaganda”. “El trabajo de Juderías no es una mera apología, sino que incide en el carácter activo de la imagen sobre la realidad, y en ese sentido resulta absolutamente moderno”.
Juderías ingresó en la Academia de la Historia en abril de 1918, su discurso de entrada versó sobre la trascendencia de los estudios históricos, puesto que atribuía a la Historia nada menos que el origen de la gran matanza que se estaba produciendo en Europa como consecuencia de la I Guerra Mundial, sus palabras resultan inquietantes:
“La Historia, esa maestra insuperable de la vida, ha sido pues, la gran inspiradora de la guerra que todos lamentamos, ya que en sus enseñanzas se fundaron: los unos, para declararla; los otros, para mantenerla; los demás, para incorporarse al grupo de naciones cuyos propósitos hermanaban mejor con los suyos, y a este efecto desenterraron pleitos antiguos, exhumaron viejos textos, hicieron valer derechos que parecían haber prescrito, alegaron pruebas inadmisibles para la crítica sensata, pero fehacientes para el amor propio nacional; pusieron a contribución la psicología para demostrar el antagonismo entre unas razas y otras y la superioridad de unos pueblos sobre otros, haciendo renacer en el corazón de las gentes deseos que los labios no se atrevían a expresar. Es en la Historia donde podemos hallar el origen de la gran mayoría de los problemas cuya solución se ha confiado a las armas […]”.
Tras esa rotunda denuncia del uso espurio de la Historia, negaba Juderías que España debiera imitar ese uso perverso del pasado y, en cambio, abogaba por la elaboración de una historia de España elaborada por los propios españoles y desde una perspectiva española.
Lamentablemente con solo cuarenta años, Julián Juderías murió víctima de la “gripe española”. El diario El Debate lanzó una suscripción nacional para socorrer a la familia del malogrado escritor que sembró una semilla que, sin duda, ha comenzado a dar sus frutos…
Fuentes: RAH Julián Juderías
Luis Español, La Leyenda Negra
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