Beatriz de Bobadilla -Señora de La Gomera-
Miguel de Cuneo fue, probablemente, un amigo de la infancia de Cristóbal Colón que viajó con el almirante en su segundo viaje. A su vuelta y a petición de Jerónimo Annari, un rico paisano de Cuneo, en octubre del año de su regreso escribió una extensa carta-crónica en que relata, además de algunos pormenores del viaje, el ardiente amor que Cristóbal sentía por doña Beatriz de Bobadilla, señora de la Gomera.
Es probable que sin la indiscreción del cronista, Miguel de Cuneo, la vida y la historia de Isabel de Bobadilla hubiera pasado desapercibida, desapareciendo en un tiempo de enorme riqueza histórica y de grandes personajes. Pero sin duda la vida de esta mujer ha resultado siempre muy interesante. Ya el escritor italiano, Baltasar de Castiglione, en su famoso libro El Cortesano, mencionó dos historietas sobre la vida disipada de Beatriz. Otros autores relatan que pudo ser amante del propio rey Fernando, marido de Isabel, quien con la intención de alejarla de la Corte, buscó para ella un matrimonio conveniente.
Doña Beatriz de Bobadilla, nacida en torno a los años cincuenta del siglo XV, pertenecía a una familia de relevancia en la Corte castellana. Tanto el padre, cazador mayor de Enrique IV, como los hermanos ocuparon importantes cargos. Francisco de Bobadilla, hermano de Beatriz, ha pasado de manera sonora a la historia por ser el encargado de apresar a Cristóbal Colón en la isla de La Española, una vez que se pudo comprobar la deficiente administración del descubridor. Por otro lado, la prima hermana de su padre, del mismo nombre, Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya, ocuparía en la corte un relevante puesto como camarera mayor de Isabel la Católica. Ambas mujeres, dotadas del mismo nombre, coincidieron en la Corte y a pesar de la diferencia de años que las separaban, para distinguirlas, algunos autores llamaron a la más joven, la Bobadilla de Canarias, o, la Cazadora, por el cargo de su padre en la corte de Enrique IV.
Probablemente por la cercanía con el rey Fernando el Católico, Beatriz de Bobadilla fue casada con Hernán Peraza el Joven, hijo de los señores de las Canarias, Diego de Herrera e Inés Peraza. Beatriz recibió como dote medio millón de maravedíes y la heredad de Mairenilla. Hernán Peraza por su parte, obtuvo el perdón por un presunto asesinato. El matrimonio fue enviado a la isla canaria de La Gomera.

Fue en esa isla, donde se produjo el episodio denominado tradicionalmente como «el pleito de los gomeros». Se originó como consecuencia de la desaparición de Hernán Peraza, en 1488. Este sería encontrado con su amante indígena, Yballa, por lo que se le dio muerte. A raíz de ese hecho se produjo una rebelión en la isla y doña Beatriz se tuvo que refugiar en la Torre del Conde de San Sebastián. Desde allí, llamó en su ayuda al gobernador de Gran Canaria, Pedro de Vera, que aplastó el levantamiento indígena de manera innecesariamente cruel.
A partir de ese acontecimiento, la vida de Beatriz de Bobadilla nunca más gozó de un momento de paz. La importancia de los hechos hizo que la propia Reina Isabel llamara en varias ocasiones a Pedro de Vera y a la propia Beatriz a la Corte para hacer frente a las acusaciones de las que eran objeto. La consecuencia fue tener que pagar una abultada multa para ambos y el gobernador, por su parte, fue depuesto de su cargo. Además, comenzaron para Beatriz una serie de pleitos familiares interminables por el señorío de Canarias, así como por el mayorazgo que ostentara su marido, todos ellos con la familia Herrera.
Beatriz se casó por segunda vez en 1498 con Alonso Fernández de Lugo, el conquistador de La Palma y Tenerife. Esas acciones le habían enriquecido extraordinariamente. Desde 1502 sería adelantado de Canarias y doña Beatriz se trasladó a vivir a Tenerife, donde ejerció el poder por delegación durante las ausencias de su marido.

Beatriz, anfitriona de Cristóbal Colón en la isla de la Gomera
Parece ser que, doña Beatriz y Cristóbal Colón se habían conocido y tuvieron ocasión de verse en dos ocasiones antes de iniciarse el viaje de descubrimiento. Estos encuentros tuvieron lugar durante las distintas estancias que ambos realizaron para solucionar sus respectivos negocios ante los reyes.
Más tarde, una vez que comenzaron los viajes, se citan tres momentos en que el almirante, siempre de viaje a las Indias, recaló en la isla de la Gomera. La primera tuvo lugar durante el primer viaje colombino, con motivo de las reparaciones que necesitaba la carabela, la Pinta, averiada ante las islas Canarias. Según se cuenta, en las tres ocasiones, con mayor o menor éxito, Colón navegaba hacia la pequeña isla con el ánimo de encontrarse con doña Beatriz. En ninguna de las ocasiones la certeza de la intención del almirante ha podido ser probada.
Los años finales de doña Beatriz fueron muy difíciles. Las denuncias y las reclamaciones ante el Consejo Real por las amenazas de su familia política de revocar el mayorazgo de las Canarias, así como los intentos para arrebatarle la tutela de sus hijos, amargaron sus últimos años. Finalmente, en 1504, casi al mismo tiempo que moría la reina Isabel, encontraron a Beatriz muerta en su cama. Aquejada de alguna enfermedad mental, algunos autores apuntan a que pudo ser envenenada.