María Luisa Xicohténcatl -Al lado de Alvarado-
La noble tlaxcalteca, Tecuelhuetzin, hija de Xicohténcatl, estuvo al lado del español Pedro de Alvarado en todas sus conquistas.
Con el fin de consolidar la alianza entre los tlaxcaltecas y los españoles que, junto a ellos, se proponían derrotar al imperio mexica, en 1519, Tecuelhuetzin fue ofrecida como esposa a Hernán Cortés, por parte de su padre, el cacique Xicohténcatl. Este debió elegirla por sus especiales cualidades de inteligencia y belleza, entre otras muchas hijas, pues se cuenta que su extensa familia se componía de ochenta hijos.
Cortés no pudo aceptarla al hallarse ya casado y la cedió a su lugarteniente Pedro de Alvarado. Tecuelhuetzin después de ser bautizada en la religión católica como María Luisa Xicohténcatl, fue unida en matrimonio con Pedro de Alvarado por el rito indígena, en un casamiento que incluyó a otras cuatro princesas con sus respectivos capitanes españoles, según quedó descrito en el Lienzo de Tlaxcala.
A partir de su matrimonio, María Luisa Xicohténcatl estuvo junto a Pedro Alvarado cuando los expedicionarios de Hernán Cortés entraron por primera vez en la fabulosa ciudad de Tenochtitlan. De allí saldría junto a su marido y con los demás españoles cuando, tras la Matanza del Templo y el regreso de Cortés para coger de nuevo las riendas de la situación, se produjo la huida en la famosa «Noche Triste».
Siguiendo los pasos de Alvarado, estaría más tarde en la conquista definitiva del imperio mexica, y una vez concluido, por orden de Cortés, viajó de nuevo junto a su marido a la conquista de los territorios al sur de México, la actual Guatemala.
Debido a su estatus nobiliario, que le granjeó el correspondiente tratamiento en la Nueva España durante el resto de su vida, María Luisa era acompañada de su pequeña corte y de sus hermanos, quienes se incorporaron a las conquistas de los españoles en los diversos y nuevos territorios.
Dicen los historiadores que debió servir como interprete entre indígenas y españoles y estar discretamente en cada uno de los pasos que se dieron sobre el país de Guatemala en donde vivió sus últimos años. Ella sin duda fue partícipe de la fundación de la ciudad de Santiago de los Caballeros que, a pesar de los muchos acontecimientos dramáticos que tuvo que soportar, debido a su situación geográfica, ha quedado como la huella indeleble de un tiempo digno de ser loado por los poetas, como así lo hizo el peruano, cantor de América, José Santos Chocano, quien dedicó a la vieja ciudad un bello poema, que canta, entre otros versos:
la pompa colonial que la engalana, ni su hispano blasón mancha de lodo. Tiene el encanto de la edad antigua; y la mayor felicidad humana: ¡la de vivir indiferente a todo!
El matrimonio de Alvarado y María Luisa siempre fue vinculante para los tlaxcaltecas, quienes practicaban la poligamia como otros muchos pueblos de América, pero, el hecho de no haberse realizado la ceremonia por el rito católico, no impedía a Alvarado volver a casarse, como así lo hizo en 1528; primero con Francisca de la Cueva, y más tarde, al morir esta, con su hermana Beatriz de la Cueva.
Sin embargo, fue María Luisa Xicohténcatl la única de las mujeres de Alvarado que le dio descendencia; tuvieron varios hijos, probablemente tres, pero se desconoce el número exacto, pues solo resulta destacada por los cronistas una hija llamada Leonor Alvarado Xicohténcatl nacida en Utatlán.
María Luisa murió en 1537 de una neumonía agravada. El Obispo Marroquín celebró su funeral, y fue enterrada en los bajos de la Catedral de la ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy conocida como La Antigua Guatemala.
Fuentes: El sol de Tlaxcala
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