Miguelico -El primer mestizo documentado-
Su padre, Miguel Díez de Aux, en el testamento que otorgó en Sevilla el 2 de julio de 1504, hizo de forma entrañable mandas a “mi hijo Miguelico, que está en la Isla Española, porque es de tierna edad de ocho años”.
Miguel Díez de Aux, el Joven, nació en la región de Haina, en el sur de La Española en 1496. Su padre, natural de Barbastro, llegó a la isla con Bartolomé Colón en 1494 y, como consecuencia de un “crimen”, huyó de la ciudad de la Isabela.
En Haina, tuvo relaciones con una india “cacica” que fue bautizada con el nombre de Catalina y con ella tuvo dos hijos; uno de ellos debió de morir pronto, ya que no se conserva memoria; otro, Miguelico, se le conoce como el primer mestizo documentado en el Nuevo Mundo.
En su testamento, Miguel Díez de Aux, el viejo, dispuso para su hijo:
“que para lo criar e para que aprenda letras y sea clérigo si a Dios pluguiere, como yo lo tengo ofrecido a Nuestra Señora que le den doscientos mil maravedises para que se crie e aprenda”. “que cuando fuere de edad, si Dios a ello le llegare, que reciba orden clerical e mando se le den mas despues que fuere de orden sacra para con qué viva cuatrocientos mil […] e para que le sean guardados y estén a buen recaudo, mando que sean puestos en guarda en la casa e monasterio del Señor San Francisco de la Ciudad de Barbastro, e que allí los tengan e que cuando cantare misa que luego se los den y entreguen para con qué viva y tenga cargo de rogar a Dios por mi ánima y la de mis abuelos”.
El testador concluye encomendando a todos y a cada uno
de sus parientes más allegados:
“al dicho mi hijo, que le den consejo e le guíen para
la carrera verdadera de Dios”.
Cuenta Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, que “este Miguel Diez de Aux sirvió muy bien a su Majestad en todo lo que se ofreció en las guerras o conquista de la Nueva España”.

Se sabe que, probablemente, de la mano de Francisco de Garay, compañero y socio de su padre, participó en la conquista de México, a donde acudió a socorrer a Hernán Cortés. Al parecer, sostuvo un fuerte pleito por el dominio de la mitad de Metztitlán con un cuñado de Cortés, llamado Andrés de Barrios, el Danzador. El litigio hubo de resolverse ante el Consejo de Indias, presidido por el arzobispo García de Loaisa.
Y cuenta sobre este suceso Bernal Díaz que Miguel Díez, el Joven, que compareció para protestar orgullosamente de que a unos “se daba favor e indios por bien bailar y danzar y a otros les quitaban sus haciendas porque habían bien servido a su Majestad peleando”, que Cortés le dio a su cuñado los indios que no merecía y los dejaba de dar a quien Su Majestad mandaba y que eso no era cumplir la justicia real. Parece que el arzobispo y los oidores estaban enojados del tono del joven Díaz cuando este, en gesto teatral, “tendió la capa en el suelo y puso la daga sobre el pecho, estando tendido en ella de espaldas y dijo: ‘si no es verdad lo que digo, Vuestra Alteza me mande degollar con esta daga y si es verdad hacer recta justicia’”.
El Consejo le mandó salir de la sala para que no hiciera más desacatos y resolvió que se le diesen las rentas que le correspondían en Metztitlán “que son más de dos mil quinientos pesos de su parte, con tal que no entre en el pueblo por dos años”, dadas las violencias que allí había hecho con los indios.
No se tienen más noticias y se ignora la fecha de su muerte, que tuvo lugar posiblemente en los territorios de la Nueva España.