Françoise Lavasseur – Un tirano en Isla Tortuga-
François Levasseur fue enviado por Philippe de Poincy, un teniente general de la armada francesa, para arrebatar la isla de la Tortuga a los ingleses que se habían hecho los dueños desde 1636. Lavasseur se alió con los bucaneros de Port Margot y cuando consiguió apoderarse de la isla fue nombrado gobernador.
Fue Cristóbal Colón quien, en diciembre de 1492, puso nombre a una curiosa isla formada por montañas que le hacían parecer una tortuga gigante. La isla, con una cara norte inexpugnable y un litoral en el sur dotado de un puerto de acogida, bien protegido en sus costados por montañas, había supuesto un enclave perfecto para la cría de ganado durante los primeros años de posesión de los españoles. Fue bajo la jurisdicción del gobernador de la vecina isla de La Española, Nicolás de Ovando, quien perdió el control de Tortuga a manos de colonos ingleses y franceses que vendían el tabaco que plantaban y la carne que producían a los barcos holandeses encargados de protegerlos del poderío español.
Bajo el mandato de Levasseur, Tortuga se convirtió en una república de libre comercio para contrabandistas y bucaneros, donde la palabra del gobernador era la única ley.
Consiguió que filibusteros y bucaneros se aliaron con él para crear la Cofradía de los Hermanos de la Costa. Las normas de esta despiadada cofradía, cuya primera cláusula permitía la “igualdad de conciencia para las dos religiones”, eran simples: se compartían los botines a partes iguales entre todos sus integrantes y existía cierto orden democrático a la hora de elegir sus líderes.
Lavasseur mandó construir para sí el Fuerte de La Roca, que más tarde se llamaría El Palomar, en una ubicación estratégica que le permitía defender los puertos vulnerables de la costa sur; destruyó el camino y procuró que la única manera de acceder a su fortaleza fuera una escala.
Acuartelado en su fuerte, Levasseur se rebeló contra la corona francesa, quemando la única capilla de la isla, persiguiendo a los católicos e implantando la religión hugonote. Impuso abusivos impuestos a los plantadores de tabaco y se aseguró de que todos los insurgentes fueran encerrados en su fortaleza, donde eran torturados con “El Infierno” —una máquina invención del propio Levasseur que dejaba a los hombres lisiados e inútiles de por vida—.
El renombre adquirido en el caribe por Lavasseur se debió a que los españoles intentaron recuperar la isla, pero sucumbieron ante los cañonazos del fuerte y tuvieron que retirarse. Se aseguró así el dominio de la isla, y con ello tomó una decisión histórica: Abrir su puerto y darle la bienvenida a todos los forajidos, piratas y bucaneros de la región.
En 1653, las aventuras de Levasseur llegaron a su fin. Cegado por las riquezas que los filibusteros traían a la isla y ávido de más riquezas y más poder, terminó definitivamente toda relación con Francia y comenzó a enfrentarse a la Cofradía de los Hermanos de la Costa.
Murió a manos de dos de sus ahijados: el capitán Martín y un tal Thibault, que conspiraron contra él y lo asesinaron a tiro de pistola mientras este inspeccionaba sus almacenes.
Quienes gobernaron la isla tras Levasseur no protegieron sus puertos del sur y los españoles reconquistaron la isla de la Tortuga. Años después, Bernard D’Obregon, un nuevo gobernador y ex-bucanero, entre los años 1665 y 1670, volvió a abrir sus puertos a los navegantes fuera de la ley, pero después de esto, los días de aventuras a capa y espada en Tortuga comenzarían a pasar a la historia.
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