Francisco de Garay -En el Pánuco
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Francisco de Garay -En el Pánuco-

Francisco de Garay estaba convencido de que podía jugar un importante papel en la empresa continental de las tierras del Nuevo Mundo, y no le faltaban medios para hacerlo. 
La suerte le fue esquiva, pero, sin proponérselo, prestó una considerable ayuda a Hernán Cortés cuyos intereses se cruzaron constantemente en la región del Pánuco, una de las más difíciles y complejas de someter.

Francisco de Garay, siendo gobernador de la isla de Jamaica, en los años 1519 y 1523 organizó varias expediciones al continente, dos ellas al mando del avezado marino Alonso Álvarez de Pineda.

*En la primera de ellas, al encontrarse las naves de Álvarez de Pineda con Cortés y sus hombres en las costas de Veracruz, tras haber navegado por todo el golfo, regresó hacia el norte, repitiendo su derrotero por el mismo litoral, pero en sentido inverso y halló la tierra que llamaron Amichel y un caudaloso río que nombraron Espíritu Santo, actual Misisipi.

El inquieto gobernador jamaicano no se dio por vencido y en 1520 remitió una nueva flota para fundar una colonia en Pánuco, su tierra de promisión.

Francisco de Garay -En el Pánuco
Francisco de Garay -En el Pánuco

*En esa segunda expedición llevaba materiales para la construcción de una fortaleza, comenzándose a levantar una colonia, pero los desmanes cometidos por los españoles ocasionaron el ataque de los indios que los derrotaron y obligaron a reembarcar. En su huida, uno de los navíos se hundió, muriendo Álvarez de Pineda y muchos de los expedicionarios. Los supervivientes, unos sesenta, capitaneados por Diego de Camargo, pusieron rumbo a Veracruz y desde allí se dirigieron a Tepeaca para unirse a las huestes de Cortés que, expulsadas de México, preparaban su asalto final al imperio mexica.

*Garay insistió, y en una tercera expedición, envió otros dos barcos en auxilio de Álvarez de Pineda, bajo el mando de Miguel Díaz Aux, que debía relevar a Álvarez de Pineda. En Pánuco, Díaz Aux no halló la menor huella de la armada de Garay por lo que, arribó a Veracruz, y desde allí marchó a Tepeaca, donde él, sus cincuenta soldados y siete caballos tuvieron una calurosa bienvenida de Cortés.


Francisco de Garay prestaba una ayuda inestimable a Hernán Cortés, suministrándole soldados y pertrechos. A Bernal Díaz no se le escapó el hecho y comentó “y el Francisco de Garay no hacía sino echar un virote sobre otro en socorro de su armada, y en todo le socorría la buena fortuna a Cortés, y a nosotros era de gran ayuda”.

El gobernador jamaicano, a pesar de los fracasos cosechados, no cejará en su empeño de establecerse en Pánuco. En 1521 obtuvo una real cédula que le autorizaba a colonizar la provincia de Amichel, que abarcaba desde la actual Penzacola hasta cerca de lo que hoy es Tampico. 

En junio de 1523, ya tenía organizada una armada bien equipada; la componían nueve naos y tres bergantines, unos ochocientos cincuenta españoles —145 jinetes, 300 arqueros, 200 arcabuceros y 200 hombres armados de espadas—, algunos indios jamaicanos y artillería. Como jefe de las naves iba Juan de Grijalba.
Francisco de Garay -En el Pánuco
Francisco de Garay -En el Pánuco

El 25 de julio de 1523, Garay llegó al río de las Palmas hoy, sin duda, el Soto la Marina, donde fundó una colonia a la que nombró Garayana. Luego se dirigió, tierra adentro, hacia Pánuco. Fue un viaje lleno de terribles sufrimientos. Pedro Mártir de Anglería, al relatar el viaje, citó un fragmento de carta, posiblemente escrita por el propio Garay, en que resumía los padecimientos de este viaje: “Hemos llegado a la tierra de la miseria, en la que no existe orden alguno, sino un trabajo constante y calamidades de todo género, donde nos trataron cruelmente el hambre, el calor, los mosquitos malignos, fétidas chinches, crueles murciélagos, saetas, bejucos que se nos enroscan, lodazales voraces y lagunas cenagosas”.

A pesar de todas estas dificultades, Garay pudo llegar con su ejército a las proximidades de Santiesteban. Allí, entró en negociaciones con el teniente dejado por Cortés en la villa, Pedro Vallejo, quien, tranquilizó a Garay, dividió a su ejército, alojándolo en varios lugares y escribió a Hernán Cortés contándole lo ocurrido. Este estaba dispuesto a enfrentarse a Garay, pese a estar con un brazo roto a consecuencia de una caída de caballo

13 de septiembre de 1523, momento en el que Hernán Cortés recibía 
la Cédula Real en la que se le nombraba capitán general. 

En la misma fecha llegaba otra Célula Real, ordenando a Francisco de Garay que se abstuviera de establecerse en Pánuco ni en ningún territorio de la Nueva España que estuviese ya ocupado por Cortés, sino que fuera hacia Espíritu Santo o, mejor aún, más allá.

Con más detalles refirió el hecho el propio Cortés:

“Vino un mensajero de Santiesteban del Puerto, que yo poblé en el río de Pánuco, por el cual los alcaldes de ella me hacían saber cómo el adelantado Francisco de Garay había llegado al dicho río […], que se intitulaba gobernador de aquella tierra y que así se lo hacía decir a los naturales de aquella tierra […] y que les decía que los vengaría de los daños que en la guerra pasada de mí habían recibido y que fuesen con él para echar de allí aquellos españoles […], y otras muchas cosas de escándalo y que los naturales estaban algo alborotados […] Sabida por mí esta nueva, aunque estaba manco de un brazo de una caída de un caballo, y en la cama, me determiné de ir allá a verme con él, para excusar aquel alboroto […], llegó un mensajero de la Villa de la Vera Cruz, casi medianoche y me trajo cartas de un navío […] y con ellas una cédula […] y por ella mandaba al dicho adelantado Francisco de Garay que no se entrometiese en el dicho río ni en ninguna cosa que yo tuviese poblado, porque vuestra majestad era servido que yo lo tuviese en su real nombre; por lo cual cien mil veces los reales pies de vuestra cesárea majestad beso. Con la venida de esta cédula cesó mi camino, que no fue poco provechoso a mi salud, porque había sesenta días que no dormía y estaba con mucho trabajo”.

Cuando Garay se enteró de la orden, se dispuso a acatarla. No tenía otra salida, tanto más cuanto que su ejército disminuía con deserciones y muertes, pero no era posible una partida inmediata. Ante estas circunstancias, decidió marchar a México a entrevistarse con Hernán Cortés, que lo recibió cordialmente. Sin embargo, sus hombres que permanecieron en el Pánuco cometieron tropelías contra los indígenas que reaccionaron matando a más de quinientos de ellos. La rebelión estuvo a punto de dar al traste con la pacificación de la zona. Ello obligó a Cortés a remitir un fuerte contingente al mando de Gonzalo de Sandoval que logró sofocar la revuelta y el restablecimiento de la autoridad de los españoles en Santiesteban del Puerto con la llegada de su alcalde mayor Diego de Ocampo, que expulsó a Cuba a los capitanes de Garay..

Estando por entonces Garay en México, su nueva residencia, le llegó la muerte, posiblemente de neumonía. Según Cortés, al recibir las noticias del “gran desbarato” de sus hombres por los indios, entre los que murió otro hijo suyo, y tuvo que sufrir la pérdida de todo cuanto había traído. 

Sin duda, la repentina muerte de Garay llevó a los enemigos de Hernán Cortés a acusarle de asesinato, lo que no parece cierto. El propio alguacil de Garay —Cristóbal Pérez— eximió de toda sospecha a Cortés y aseguró que falleció “de dolor de costado que los médicos llaman pleuresía”.

Fuentes: RAH Francisco de Garay

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