Juan de Grijalba -Noticias de Moctezuma-
En junio de 1518, Juan de Grijalba se hallaba en las inmediaciones de Veracruz,
donde estableció con los totonocas unas excelentes relaciones.
Fue entonces cuando recibió mensajeros de Moctezuma con el más valioso
de los regalos hasta entonces visto, y oyeron los nombres de Colhúa o
Culhúa y México, la gran ciudad y la tierra poderosa y rica que se encontraba
hacia el interior, y de Moctezuma, su señor, que enviaba aquellos presentes.
Dicen los historiadores de Grijalba que fue un claro exponente de los hombres que protagonizaron el proceso expansivo del Caribe. Él, junto a otros destacados expedicionarios, llevaron a cabo la empresa descubridora, tomando el relevo de los grandes marinos que hasta estos momentos habían intervenido desde España.
Juan de Grijalba nació en Cuéllar, provincia de Segovia, en torno a 1488. Según algunos cronistas de la época, podría haber sido pariente de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, a quien acompañó en 1511, participando en la exploración y dominio de la isla. Colaboró en la fundación de la ciudad de Trinidad en la costa oriental de Cuba, en donde tuvo una encomienda con 34 indios.
Tras la llegada de Hernández de Córdoba, en 1518, con las noticias del descubrimiento de nuevas tierras al oeste de Cuba, Diego Velázquez ponía bajo el mando de Grijalba una flota con el propósito de proseguir la exploración de Yucatán.
Con ambas expediciones, se confirmaba la existencia de un extenso
y rico territorio (México) al oeste de Cuba.
El día de la partida, en cuatro naves, embarcaron unos doscientos cincuenta hombres; con él viajaban los futuros conquistadores: Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, Alonso de Ávila, el capellán Juan Diaz, autor de la crónica del viaje, y Antón Alaminos, quien ya había formado parte de la expedición anterior junto a Hernández de Córdoba. Como intérpretes llevaban a Julianillo y Melchorejo, dos indios yucatecos capturados durante el primer viaje.
La expedición se inició con la llegada a la isla de Cozumel y continuó rumbo al sur hasta la bahía de la Ascensión, virando enseguida de vuelta a Cozumel e isla de las Mujeres. Ascendieron entonces hacia el Norte, remontando el cabo Catoche para navegar por el litoral norte, llegando más allá de Campeche, en Champoton, donde tuvieron un duro encuentro con los mayas. Prosiguieron hasta la Boca de Términos, en cuyo puerto, al que llamaron puerto Deseado, descansaron durante dos semanas.
La singladura prosiguió por tierras desconocidas hasta la desembocadura de un gran río que llamarían de Grijalba, y se adentraron en la tierra del cacique Tabzcob, que originó el nombre de Tabasco. Remontaron el río durante un trecho, al amparo de la amistad que los ribereños mostraban a los navegantes con los que intercambiaron presentes.
Desde allí pudieron contemplar, sobre el horizonte sureño,
los picos más elevados de la Sierra Madre de Chiapa.
Si quedaba alguna duda sobre la continentalidad de aquella tierra,
la vista de aquellas enormes cordilleras la deshizo.
A lo largo del mes de junio y en sucesivas jornadas se detuvieron en la desembocadura del Tonalá y en Coatzacoalcos. Más adelante avistaron el volcán de San Martín y penetraron, con Pedro de Alvarado a la cabeza, al río Papaloapan. A mediados de mes, la expedición desembarcaba en Colhúa o Culhúa en las inmediaciones de Veracruz; allí establecieron con los totonoca unas excelentes relaciones. Después llegaron hasta el río Banderas o Jamapa.
Fue allí donde se entrevistaron con dos embajadores
-Teutlamacazqui y Cuitlalpitoc- de Moctezuma quien,
informado de su presencia, les enviaba obsequios, pensando
que podría tratarse del retorno de Quetzalcoatl.
El buen recibimiento de los nativos animó a los expedicionarios a instar a Grijalba para poblar, a lo que este no accedió; al parecer, Diego Velázquez no le había concedido permiso para hacerlo. Grijalba se limitó a leer el requerimiento y a tomar posesión del territorio, bautizando el lugar con el nombre de San Juan de Ulúa, dada la fecha del día, 24 de junio, y la confusión en torno a la palabra náhuatl Culhúa. Hecho esto, todos partieron, muy descontentos con aquella decisión.
De nuevo, hechos a la mar, navegaron hacia el norte hasta la región del Pánuco, más allá de Tuxpan. En algunos puntos de la costa, los expedicionarios pretendieron poblar, pero Grijalba se negó de nuevo. Definitivamente, en las proximidades del actual cabo Rojo, Alaminos recomendó el regreso y así lo hicieron. Se sabe que padecieron numerosas dificultades debido a los vientos contrarios, al mal estado de uno de los barcos, al comienzo de la temporada de lluvias y al agotamiento de los componentes de la expedición.
A su llegada, Grijalba fue muy criticado por su negativa a poblar los nuevos territorios, incluso Diego Veláquez le recriminó al considerar que no hacerlo había sido una torpeza.
Sin embargo, la expedición ofreció ventajas para los futuros viajes al ampliar conocimientos acerca del continente y sus habitantes, estableciendo buenas relaciones con algunas poblaciones como los totonacas; en la costa, se había navegado hasta el cabo Rojo, a 1.600 kilómetros al Norte del punto más lejano visto por Hernández de Córdoba; se tuvieron las primeras noticias de la existencia del imperio azteca y sus riquezas, a la vez que se empezó a practicar la utilización de dos intérpretes, uno del español al maya chontal y otro de ese idioma al maya yucateco, algo que se descubriría de gran utilidad en el futuro.
Consecuencia del éxito de Grijalba y de las deslumbrantes
novedades traídas sobre el imperio azteca fue la rápida organización
de la expedición de Hernán Cortés.
Después de esta expedición, Juan de Grijalba regresó a las tierras mexicanas en dos ocasiones. La primera, con Pánfilo de Narváez en 1520. La segunda, con Francisco de Garay. Grijalba, junto a otros capitanes de Garay, fue expulsado de México por Hernán Cortés, que justificó su decisión argumentando que su presencia sería causa de “bullicios y desasosiegos de la tierra”. En opinión de Díaz del Castillo, Grijalba recibió de Cortés mejor trato que el resto de sus compañeros, brindándole la oportunidad de quedarse en México.
En 1523 Juan de Grijalba residía en Santo Domingo, desde donde pasó a Tierra Firme al servicio de Pedrarias Dávila, muriendo en tierras hondureñas a manos de los indios (Olancho), el 21 de enero de 1527.
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