Cristóbal Rodríguez -Un muchacho de Palos-
De Cristóbal Rodríguez, cuenta fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias que «fue el primero que supo la lengua de los indios de esta isla, y era marinero, el cual había estado ciertos años de industria entre los indios, sin hablar con cristiano alguno, por la aprender».
Cristóbal Rodríguez, a la llegada del primer viaje de Colón, debía corretear por las calles andaluzas mientras se exhibía a los indígenas traídos por Colón desde las Indias para admiración de las gentes. Su fascinación por quienes vivían más allá del poniente del mundo le hizo querer marchar a aquellos lejanos y desconocidos lugares. De hecho, a la edad de 18 años, se embarcó en compañía de su hermano en el segundo y multitudinario viaje colombino. Una vez allí, vivió durante unos años junto a los nativos de quienes aprendió su lengua y sus costumbres, por lo que, incorporado de nuevo entre sus compatriotas, ejerció el útil trabajo de hacer de intérprete, tanto para los españoles como para los indios.
Fue el profesor Pérez de Tudela y Bueso, americanista y académico de la Historia, quien, en sus trabajos sobre los primeros años de los españoles en las Indias, lo rescató de un casi total olvido en que ha dormido su recuerdo.
Parece ser que estuvo muy cerca de Cristóbal Colón y, sin duda, llegó a adquirir relieve social, pues se sabe de su colaboración en algunas cuestiones con Diego Colón, hermano del Almirante.
Consciente de las muchas dificultades de la ardua tarea colonizadora, Cristóbal Rodríguez debió de tratar de acercar a españoles y a nativos con quienes había aprendido a confraternizar; de hecho, a principios de 1504, con motivo de su intervención como intérprete en un matrimonio celebrado entre un español y una indígena —Juan Garcés y la india Isabel—, tuvo que enfrentarse y sufrir las iras del gobernador Nicolás de Ovando, quien, a pesar de que dichos matrimonios estaban autorizados por la Corona, era muy reacio a su celebración; por ello, tuvo que soportar la imposición de una fuerte multa y el consiguiente destierro.
Una vez de vuelta a la península, se presentó con sus quejas al Consejo Real de Castilla, en donde, oído su caso, se le declaró libre de cargos.
Pero, sin duda, debía de ser un hombre elocuente y muy desenvuelto, pues consiguió aproximarse a los oídos del rey, ante quien expuso una iniciativa sobre qué y cómo hacer tributarios a los indios que el mismo rey consideró interesante, ordenando que se intentara llevar a la práctica por parte del gobernador Ovando.
Poco más se ha sabido de su vida. Seguramente murió en las Indias; de lo que sí que hay constancia es de que, con motivo de los Pleitos Colombinos, declaró en favor del Almirante en la isla de Cuba en el año 1515.