Anayansi -La mujer de Balboa-
Nunca ha llegado a conocerse el nombre de aquella bella nativa, hija del cacique Careta, llamado Chima, que vivió junto a Vasco Núñez de Balboa la aventura de la conquista. Según los historiadores, esa misteriosa mujer, en el siglo XX, fue nombrada como Anayansi por Octavio Méndez Pereira, aunque más tarde el historiador Charles L. G. Anderson, la llama Caretita en referencia al nombre de su padre. Así la identifica el cronista Fernández de Oviedo.
Según la costumbre de muchos caciques indígenas en las tribus del Nuevo Mundo, cuando se sellaba una alianza de paz, solían entregar a sus hijas como muestra de la autenticidad del compromiso.
En abril de 1511, Vasco Núñez de Balboa, tras la marcha de Nicuesa y de Fernández de Enciso, había quedado al frente de la ciudad de Santa María la Antigua del Darién y había que organizar su subsistencia. Ese mismo mes de mayo se dirigió al cacicazgo de Careta para pedir alimentos a su jefe Chima, quien se negó y Balboa le prendió.
Para que lo liberara, llegaron a un acuerdo, Chima entregaría anualmente alimentos y algún oro, a cambio de que Balboa le ayudara en la guerra contra un cacique enemigo de nombre Ponca. En los términos del acuerdo, Chima aceptó ser bautizado con el nombre de Fernando, en honor del Rey de Castilla. El pacto se selló con la entrega de varias mujeres, entre ellas la hija del propio Chima, de trece años, que tras una ceremonia acorde con el ritual de la tribu, se convirtió en la mujer de Balboa.
Cuentan que Anayansi pronto adoptó las costumbres de los colonos: aprendió su idioma y vestía sus ropas. Poco a poco la pareja se fue ganando la consideración y admiración de unos y de otros, no solo por el cariño y respeto que parecían profesarse, sino porque ambos se interesaron por aprender la lengua y costumbres del otro. Fue así como Anayansi, sirviendo de intérprete entre españoles e indígenas, desempeñó un papel clave en el avance conquistador de los españoles.
Y por su esposa la tuvo Balboa, a pesar de que, por aquel entonces, los matrimonios con indígenas no estaban legalmente reconocidos. Así quedó de manifiesto cuando, como resultado de uno de los múltiples conflictos con Pedro Arias Dávila, gobernador de la región, quien siempre intentó quitarle valor a los logros de Balboa, este aceptó contraer matrimonio por poderes con la hija de su gobernador, María de Peñalosa, a quien nunca llegó a conocer, pues cuando ella llegó a las Indias, Balboa ya había sido ejecutado por su padre.
Pese a la boda con la española, Núñez de Balboa nunca abandonó a Anayansi,
acto que levantó aún más ampollas entre este y su “padre político”.
Y cuenta la leyenda que Anayansi tuvo la oportunidad de mostrarle a Balboa su lealtad y su gran afecto cuando, una noche, el hermano de Anayansi se coló en Santa María la Antigua dispuesto a advertir a su hermana de un ataque inminente a la ciudad que estaban planeando varios caciques de la zona, dándole así tiempo para huir; en lugar de escapar, Anayansi informó a Balboa y gracias a eso, los atacantes fueron tomados por sorpresa desmantelando el ataque.
Y la vieron luchar denodadamente hasta el último instante por conseguir la libertad de Balboa cuando este fue llevado al patíbulo por su enconado enemigo Pedro Arias Dávila.
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