El testamento de Cristóbal Colón
El 19 de mayo de 1506, un día antes de su muerte en Valladolid, Cristóbal Colón redactó su testamento ante Pedro de Inoxedo, escribano de cámara de los Reyes Católicos. Dejó como testamentarios y cumplidores de su última voluntad a su hijo Diego Colón, a su hermano Bartolomé Colón y a Juan de Porras, tesorero de Vizcaya.
En ese documento Colón, en que se autotitulaba almirante, virrey y gobernador de las islas y tierra firme de las Indias descubiertas y por descubrir, se ratifica en todo lo recogido como sus ultimas voluntades en un primer testamento escrito de su propia mano y que se manifiesta como cierto y exhibido ante el escribano en el acto de la ratificación, quedando establecido en ella:
Yo constituí a mi caro hijo don Diego por mi heredero de todos mis bienes e ofiçios que tengo de juro y heredad, de que hize en el mayorazgo, y non aviendo el hijo heredero varón, que herede mi hijo don Fernando por la mesma guisa, e non aviendo el hijo varón heredero, que herede don Bartolomé mi hermano por la misma guisa; e por la misma guisa si no tuviere hijo heredero varón, que herede otro mi hermano; que se entienda ansí de uno a otro el pariente más llegado a mi linia, y esto sea para siempre. E non herede mujer, salvo si non faltase non se fallar hombre; e si esto acaesçiese, sea la muger más allegada a mi linia.
De donde se entiende que tiene dos hijos varones, Diego y Hernando, de los cuales, como primogénito, según era costumbre en la época, heredará su hijo mayor, Diego, todas sus pertenencias, títulos y prebendas.
El testamento reza: «En la noble villa de Valladolid… Completado por el codicilo en el que dispuso algunas prebendas en favor de personas que a él le fueron queridas.
Es falso el mito inventado por su hijo Hernando y propagado por Bartolomé de las
Casas de que Colón muriese pobre y marginado socialmente. Su situación económica
al final de su vida era la de un millonario, con rentas anuales estimadas en unos
8.000 pesos -unos cuatro millones de maravedíes-. Su familia gozó de un ascenso
social rapidísimo, su hijo Diego, el nuevo almirante, enlazaría, por mor del rey
Fernando, con la Casa De Alba.
Todo en Cristobal Colón está rodeado por un halo de misterio, al igual que el destino final de sus restos que aún se disputan las ciudades de Sevilla y de Santo Domingo, de la misma manera el destino de su primer testamento, que fue dado en el año 1502, poco antes de salir para su ultimo viaje a las Indias. Dicho documento quedó depositado en el Monasterio de las Cuevas de Sevilla y, tras un último inventario realizado en 1560, el documento desapareció. Nunca se ha podido encontrar.
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