Fray Martín de Valencia y la enseñanza
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Fray Martín de Valencia y la enseñanza

 

Fray Martín de Valencia
Fray Martín de Valencia

Les recuerda, en primer lugar, que los santos Apóstoles anduvieron «por el mundo predicando la fe con mucha pobreza y trabajos, levantando la bandera de la Cruz en partes extrañas, en cuya demanda perdieron la vida con mucha alegría por amor de Dios y del prójimo, sabiendo que en estos dos mandamientos se encierra toda la ley y los profetas».

Francisco de los Ángeles Quiñones -Prior de la Orden Franciscana-


Martín de Valencia, como casi todos los frailes franciscanos, adoptó como apellido el nombre de su pueblo de origen, era natural de Valencia de Don Juan, en la provincia española de León, en 1474.

Tras ingresar en la orden franciscana y recorrer varios conventos terminó estableciéndose en la aldea cacereña de Belvís de Monroy en donde fundó un convento en el que permaneció seis años. Desde allí, en 1511, intentó trasladarse a Marruecos para sufrir el martirio, pero, disuadido de ello, en 1516 fundó la austerísima custodia franciscana de San Gabriel de Extremadura, futuro plantel de evangelizadores mexicanos de los que él mismo comenzaría siendo el protagonista y del que fue elegido superior.

El hecho de que fuera el elegido para dirigir la misión en México se debió a circunstancias que se fueron sucediendo en torno a aquellos que lo habían solicitado del Papa y que no pudieron llegar a realizarlo. Francisco de los Ángeles Quiñones, uno de los solicitantes, fue elegido superior de toda la Orden, tuvo que renunciar a su viaje y él mismo escogió para ocupar su lugar a fray Martín de Valencia, superior de la provincia de San Gabriel, del que tenía buenas referencias. Se le encargó buscar otros once frailes para completar la misión. Una vez seleccionados, viajó con ellos al Convento de Hornachuelos (Córdoba), donde, en octubre de 1523, Quiñones hizo entrega a fray Martín de una “instrucción” sobre lo que debían hacer él y sus compañeros, así como una “obediencia” o documento oficial mediante el cual le daba carácter oficial al viaje de sus destinatarios.

Fray Martín de Valencia

Los llamados doce apóstoles de México se hicieron a la mar en enero de 1524 en Sanlúcar de Barrameda. Desde allí navegaron a la isla de la Gomera, más tarde a San Juan de Puerto Rico, desde donde se dirigieron a La Española y de allí a Cuba, desembarcando por fin en San Juan de Ulúa el día 13 de mayo de 1524.


Después del recibimiento por parte de Hernán Cortés, los caciques locales y los principales de la ciudad, los frailes comenzaron sus actividades. 

En los primeros momentos, costo mucho encauzar la labor misional en las nuevas tierras, pues, al ausentarse Cortés de México y marchar a Honduras el mismo año de su llegada, los españoles residentes en la ciudad se declararon la guerra entre sí por intereses personales, creándose una gravísima situación que obligó a los franciscanos a intervenir. Fray Martín se vio obligado a amenazarlos con las facultades de delegado pontificio de las que disponía, si bien al final optó por que los doce se volcaran más bien en los indígenas que en los españoles para así recuperar la tranquilidad.

Como superior de la delegación, su labor fue intensa, Fray Martín, en principio se quedó en la capital junto a otros cuatro de sus compañeros y distribuyó a los restantes por las ciudades de Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo. Por su impulso, desde finales de 1524 se comenzaron a celebrar las Juntas Apostólicas de Mexico para abordar problemas como la metodología misional, o más tarde el delicado problema de las encomiendas.

Fray Martín de Valencia

Bajo su liderazgo, los franciscanos establecieron numerosas misiones y conventos a lo largo y ancho de México. Estos centros no solo fueron lugares de predicación y conversión, sino también de educación y asistencia social, promoviendo la educación de los indígenas. Su trabajo y liderazgo fueron fundamentales para la creación de un sistema educativo que incluía la enseñanza de la lectura, la escritura y la religión. Todos los frailes iniciaron la evangelización comenzando por la educación y cristianización de los niños de la nobleza, como ya habían hecho también a comienzos de siglo los franciscanos de La Española y como se hizo en adelante en toda la América española, labor docente que se simultaneó con la erradicación de la idolatría.

Fray Toribio de Benavente o Motolinía, que fue uno de los Doce, afirma que fray Martín vivió en la Nueva España durante diez años, seis de los cuales fue provincial y durante los restantes, como superior del Convento de Tlaxcala, edificado por él mismo y en el que enseñaba a leer a los niños incluso en latín.

El propio fray Martín afirma en una carta de 1531 que para esa fecha todos los franciscanos habían aprendido “diversas lenguas” indígenas, en las que predicaban; que en unos conventos educaban a quinientos niños y en otros a más; y que, sin exagerar, calculaba en más de un millón el número de indígenas bautizados por los franciscanos hasta entonces.

De igual manera, en aquellos años de caos y desconcierto, Fray Martín de Valencia y sus compañeros trabajaron para proteger a los pueblos indígenas de los abusos y la explotación por parte de los colonizadores españoles. Su enfoque en la dignidad humana y la defensa de los derechos indígenas fue un aspecto importante de su misión.

Los últimos años de su vida son vagamente conocidos; sí se sabe que en 1533 se trasladó al puerto de Tehuantepec con la intención de embarcarse para China junto con otros siete compañeros. Cortés le había prometido proporcionarles las naves necesarias para ello, la promesa no se pudo cumplir, por lo que a los siete meses se vio obligado a regresar a su lugar de residencia, en ese momento, Tlalmanalco. El viaje de regreso, por ser Cuaresma, lo realizó a pie, “descalzo, la pierna arrastrando y los pies corriendo sangre”. Poco después, ya en la capital, falleció de “un dolor de costado” en 1534.


Fuentes: RAH Fray Martín de Valencia

Los primeros franciscanos de México

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