Ramón Pané -y los taínos-
Su Relación le ha valido la calificación de primer etnógrafo y antropólogo del Nuevo Mundo, al mismo tiempo que su primer evangelizador y catequista, pues durante dos años estuvo instruyendo al primer grupo de indígenas bautizados. Los métodos empleados para la instrucción de los naturales fueron, sobre todo, la persuasión, el amor y las buenas formas. Para la alfabetización primaba el aprendizaje memorístico, ayudándose de dibujos y pictogramas, a partir de los cuales fueron surgiendo los famosos catecismos.
Luis Arranz Márquez RAH
Ramón Pané nació en un lugar desconocido de Cataluña —Reino de Aragón—, en una fecha incierta de mediados del siglo XV. Él se nombraba a sí mismo «un pobre ermitaño de la orden de los jerónimos»
En septiembre de 1493, viajó en la flota del segundo viaje a las Indias, que partió desde Cádiz hacia las nuevas tierras descubiertas con diecisiete barcos y mil quinientas personas.
En aquellas fechas, por mandato de los reyes católicos, Bernardo de Boyl encabezaba a los religiosos que acompañaron a Colón en ese segundo viaje. Pero Bernardo pronto regresó, desencantado e incapaz de aceptar lo que ocurría en aquellas tierras. Ramón Pané, por su parte, permaneció en la isla de La Española dedicándose de lleno a la evangelización de los naturales.
Antes de perderse entre los indígenas, contribuyó a la fundación de la ciudad de la Isabela —la primera ciudad del Nuevo Mundo—, participando en la primera misa celebrada en esa ciudad, junto a Bernardo de Boyl y cuentan que fue el propio Colón quien, viendo los muchos rituales y manifestaciones religiosas que poseían los indios de aquellas tierras, le encargó que investigara sobre sus creencias y costumbres. Deseoso de enseñar su religión, Ramón Pané enseguida comprendió que era imprescindible entender y hacerse entender, por lo que debía aprender el idioma de los nativos. Durante años, vivió en diversos cacicazgos y fue el primer europeo que llegó a conocer una lengua indígena, en este caso el idioma de los taínos.
Con toda la información que consiguió reunir, el fraile confeccionó un pequeño tratado, resultado de la observación de cuánto veía y se le mostraba, del cual hizo entrega al Cristóbal Colón en torno a 1498, con el nombré de:
«Relación acerca de todas las antigüedades de los indios»
La obra consta de veintiséis capítulos, donde están registrados los nombres,
atributos y funciones de la cultura taína, sobre el papel del behíque o chamán
como intermediario entre los dioses y los hombres, las ceremonias de carácter
mágico religioso, los orígenes del Sol, la Luna, las aguas, los peces, el hombre,
la mujer, la yuca, su alimento fundamental, los comportamientos y
las relaciones sociales, etc.
Cuenta en su pequeño libro Ramón Pané que se hizo amigo de uno de los caciques con los cuales había convivido, el llamado Guaticaba. Después de dos años y medio de convivencia, en septiembre de 1496, Guaticaba y todos los miembros de su familia recibieron el bautismo. El cacique pasó a llamarse Juan Mateo y ayudó al fraile en su tarea evangelizadora por la isla. Poco tiempo después, él y todos los miembros de su familia fueron asesinados por haberse convertido al cristianismo.
Juan Pablo II, muchos siglos después, en septiembre de 1994, en una carta conmemorativa del 500 aniversario de los primeros bautizados en el nuevo continente, declaró a Juan Mateo y a todos quienes murieron con él como «Los primeros mártires de la fe cristiana en América».
A partir de 1502, cuando Bartolomé de las Casas afirma que lo conoció, no se tiene ninguna otra referencia de cómo continuó o terminó su vida: nada más se ha sabido. Lo mismo ocurrió con el original de su obra, que está perdido. Sí se sabe de su existencia gracias a las referencias que hacen de ella Hernando Colón, en la biografía que dedicó a su padre; el cronista Pedro Mártir de Anglería, quien la incluyó en la Primera Década del Nuevo Mundo, así como Bartolomé de las Casas, quien también hace referencia a dicha obra en su Historia de las Indias.
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