Luis Ramírez -El primer narrador del Río de la Plata-
La carta de Luis Ramírez, fechada el 10 de julio de 1528, es un documento valioso porque combina crónica, testimonio humano y etnografía espontánea, mostrando el choque de culturas en plena gestación del mundo hispanoamericano.
En julio de 1528, un joven marinero llamado Luis Ramírez escribió desde las orillas del Río de la Plata una carta a su padre. No imaginaba que aquel testimonio personal se convertiría en uno de los documentos más fascinantes de las primeras exploraciones hispanas en el sur de América. Entre la realidad y la maravilla, Ramírez nos habla de caudalosos ríos, pueblos desconocidos y la misteriosa Sierra de la Plata, sueño que alimentaría durante décadas el afán conquistador en aquellas tierras.
En esas fechas, Luis Ramírez forma parte de la expedición de Sebastián Caboto, quien había abandonado su misión original hacia las Molucas guiado por las noticias de tierras ricas más allá del Río de la Plata que le condujeron a la búsqueda de tesoros.

Ramírez aprovecha un momento de calma —antes de continuar hacia el río Paraná— para escribir a su padre, ignorando que su carta sería conservada en la Península y se leería siglos después.
«Señor: Si conforme a mi voluntad las cosas de acá la mano alargase, por muy más prolijo de lo que soy de Vuestra Merced sería tenido, según la voluntad que tengo de dar entera y particular cuenta de todo.»
El joven escribe con fascinación sobre todo aquello que se va encontrando. Su tono mezcla sorpresa, temor y deseo de entender un mundo que apenas se descubría. Habla con admiración y sorpresa de la amplitud desmesurada del entonces conocido por Río Solís, que después se llamaría Río de la Plata, de la navegación por los ríos interiores que confluyen al gran río, especialmente el Paraná. Describe las costumbres de los pueblos indígenas, sus alimentos, vestimentas, estructuras sociales y rituales, a veces con asombro, otras con juicio moral europeo.
«Estos quirandíes son tan ligeros que alcanzan un venado por pies; pelean con arcos y flechas y con unas pelotas de piedra… con una cuerda atada que la guía los cuales tiran tan certeros que no hieran cosa que tiran.” "La gente desta tierra es que yacen en una red que llaman hamaca… la tienen colgadas en el aire…»

Narra la vida cotidiana de los expedicionarios marcada por hambre y las enfermedades, la esperanza y el miedo. Cuenta episodios de alianzas y conflictos con los nativos, incluyendo traiciones y ataques.
El mundo que refiere Ramírez es una historia de seres humanos. No ve a los indios como una masa homogénea, los hay pacíficos, agricultores y los hay violentos y saqueadores; guerrean entre sí, algunas tribus practican el canibalismo y la esclavitud. En ese medio, los europeos operan como una tribu más que construye alianzas, y hace negocios.
Los indígenas no son seres ingenuos e infantiles que cambian oro por bolitas de vidrio sino que, como en toda la historia de la humanidad, el trueque y la guerra suelen ser parte de un mismo proceso de interacción social. Así narra Ramírez la historia de una tribu que descontenta con el negocio hecho con Caboto, «se fueron algo enojados, diciendo que les habían de dar otra cosa mejor». Aquella pequeña anécdota sirvió de pretexto para un ataque a los indios aliados de los españoles y todo terminó en una salvaje batalla.
El pasaje más célebre del documento es su referencia a una tierra rica en metales, gobernada por un “rey blanco”. Estas noticias, transmitidas por los indígenas, alimentaron la leyenda de la Sierra de la Plata, que impulsó nuevas expediciones en busca de riqueza, poder y prestigio.
La carta destaca porque Ramírez no presume ni pontifica: narra como quien observa, aprende, y duda. Su relato revela la fragilidad de aquellos primeros europeos que no dominaban aún el territorio y estaban dispuestos a sorprenderse con todo. Es un documento fundamental para la historia de Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, siendo pionera en las crónicas de la región.

Mientras Caboto se encontraba en otra entrada hacia el interior del continente, Ramírez permaneció en el fuerte de Santi Spiritus cuando los indígenas lo asaltaron y mataron a la mayoría de sus habitantes. Él debió contarse entre los muertos en el ataque.
El manuscrito —hoy conservado en el monasterio de El Escorial— constituye una fuente clave para comprender: la primera presencia española estable en el Plata, la geografía y etnografía temprana de la región así como las motivaciones imaginarias y reales de la conquista.
La carta de Luis Ramírez no solo abrió el cauce del Río de la Plata en la historia escrita, sino que dejó constancia del instante en que Europa empezó a soñar —y a disputar— ese sur desconocido con tintes de fascinante aventura.
Fuentes: RAH: Luis Ramirez

