Bartolomé de las Casas -Cronista-
Al margen del mito en el que ha llegado a convertirse la figura de Fray Bartolomé de las Casas en torno a la ética de la conquista, en sus últimos años de vida, sacó a la luz una «Historia de las Indias» de incalculable valor histórico.
Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla, probablemente en el año 1484. Muy pronto tuvo relación con el mundo del descubrimiento de América, pues su padre viajó con Colón en el segundo viaje. Él mismo, pocos años más tarde, se embarcó para las Indias; parece ser, que fue con la expedición de Nicolás de Ovando en el año 1502. A partir de entonces, intervendrá en la vida del nuevo continente en todos los aspectos que se dieron durante aquellos años: conquistador, encomendero, sacerdote, fraile dominico y por fin fue nombrado obispo. Mientras tanto, realizó varios viajes a España, entrando y saliendo de la Corte, abanderándose en favor de los indígenas con sus vehementes peticiones, opiniones, discursos, disertaciones o exigencias.
Bartolomé de las Casas elaboró a lo largo de su vida una copiosa obra comprometida con todo lo que le tocó vivir relacionado con el Nuevo Mundo y su particular manera de interpretarlo. Para ello, cuenta en su haber con ser el autor de la «Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias», que ha sido, para bien o para mal, su obra más conocida y por la que su nombre ha quedado grabado a fuego en el imaginario colectivo. El fraile llenó ese documento de espeluznantes narraciones, propias de una mente obsesiva y poco escrupulosa a la hora de imponer su verdad, pero que puso en las manos de los enemigos de España las armas más perniciosas para quienes, ávidos de apropiarse de ese «nuevo paraíso», no cejaron en extender las desmesuradas exageraciones que el fraile había narrado.
Pero, en otro orden de cosas, fue en lo relacionado con los hechos y acontecimientos que allí tuvieron lugar durante los primeros decenios, un testigo privilegiado, al ser conocedor de muchos de los personajes implicados en cada uno de los actos que ocasionaron la llegada al Nuevo Mundo. Por ello, una vez que dio por concluidos sus viajes entre España y las nuevas tierras, se dedicó a escribir en el convento de San Gregorio de Valladolid. Allí concluyó su Historia de las Indias, que había comenzado a esbozar en la isla de La Española en 1527. Con las notas y apuntes propios, obtenidos de cuanto veía y oía, así como directamente de personajes tan transcendentales en todo lo ocurrido como lo fue Colón, su hermano Bartolomé, con quienes se había relacionado, o su hijo Hernando, de quien obtuvo numerosos documentos que le fueron muy útiles en sus apreciaciones. En la culminación de su obra, trabajó con gran intensidad, a partir de su retorno a España en 1547.
Su intención fue narrar la historia del continente hasta mediados del
siglo XVI pero el texto manuscrito, que se conserva en tres volúmenes,
solo llega hasta el año 1520, lo que ha llevado a algunos investigadores
a postular que pudo existir un cuarto volumen hoy perdido.
En noviembre de 1559, el manuscrito de la Historia de las Indias fue legado por fray Bartolomé al convento de San Gregorio de Valladolid, con el mandato de que no fuese publicada hasta que hubiesen transcurrido cuarenta años, es decir, no antes del año 1600. Sin embargo, en las décadas siguientes circularon por España y por el extranjero copias parciales del manuscrito.
Ya a principios del siglo XVII, Antonio de Herrera, cronista de Indias y de Castilla, utilizó de manera abundante la obra de Las Casas para escribir su Historia General de los Hechos de los Castellanos. Posteriormente, en el siglo XVIII, el gobierno encargó al historiador, Juan Bautista Muñoz, escribir una Historia del Nuevo Mundo. Este autor debió encontrar copias de los dos primeros volúmenes de la obra del fraile, pero sus trabajos nunca se publicaron. Todos sus papeles y documentos pasaron a la Real Academia de la Historia en 1820 y, en 1821, los académicos decidieron no publicarlos —eran los tiempos en que comenzaban las guerras de independencia en los territorios americanos y las abundantes y poco favorecedoras opiniones vertidas por Fray Bartolomé sobre la conquista hacían poco apropiada su publicación—. Sin embargo, en 1856 una nueva generación de académicos decidió la edición de una versión crítica del manuscrito. Finalmente, la primera edición de la Historia de las Indias fue publicada en Madrid en 1875, distribuida en cinco tomos.
Dicen los expertos que esta historia puede considerarse la más fidedigna en cuanto a los
hechos ocurridos en torno a los primeros años del descubrimiento del continente
americano, pues los diarios de Colón, con motivo de los pleitos entre este y la Corona,
así como los sostenidos por sus descendientes, fueron muy
manipulados para cambiar en interés particular lo dicho por el almirante.
Fray Bartolomé murió de vejez, el 18 de julio de 1566. Cuentan las crónicas que el pueblo de Madrid acudió a Atocha a rendirle el último homenaje. Entre quienes contemplaron su cadáver, revestido de pontifical y con báculo de palo, figuraba Miguel de Cervantes Saavedra.
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