Juan de Castellanos -La aventura del imperio-

 

Juan de Castellanos, entre 1589 y 1601, daba a la imprenta en cuatro partes su obra: De las elegías de varones ilustres de Indias.

Escrita en verso, es una mezcla de crónica histórica y poesía épica. Con más de 113,000 versos, contiene una epopeya en la que relata la historia de la conquista de América, destacando las hazañas de los conquistadores y exploradores españoles.

Sin que los historiadores se pongan de acuerdo, pero basándose en sus propias aseveraciones, Juan de Castellanos debió llegar a las Indias en 1534 con Jerónimo de Ortal -soldado en la conquista de Navarra que llegaría a ser gobernador del Golfo de Paria-. Uno de sus mejores biógrafos, Miguel Antonio Caro, afirma que fue en la isla de Puerto Rico donde comenzó la vida militar de Castellanos en las Indias y que habría continuado en expediciones por el golfo de Paria y la isla Trinidad, e incluso en otra expedición más tardía del mencionado Jerónimo de Ortal en la que pereció este capitán.

En 1536, Castellanos estaba en la isla de Cubagua. Vivió en Nueva Cádiz, donde formó parte del contingente militar que protegía las pesquerías de perlas y los habitantes de la colonia española de los indígenas de la isla. Pero su estancia allí no fue duradera, pues las valiosas pesquerías daban muestras de agotamiento al tiempo que sufrieron un terremoto seguido de un huracán que, en 1541, dañó los edificios de tal modo que la próspera colonia fue lentamente abandonada. Castellanos se trasladó con el resto de los españoles a la cercana isla de Margarita, adonde continuaron los colonizadores en su búsqueda de perlas.

Poco tiempo después, la azarosa vida de Castellanos le llevarían a formar parte de nuevas expediciones militares, como la de Alonso Luis de Lugo. Llegó incluso a participar en la desastrosa jornada de Omagua y El Dorado de Pedro de Ursúa, aunque se desconoce si Castellanos siguió al grupo hasta el final o si tuvo que abandonarlo por culpa de la rebelión de Lope de Aguirre. Tras estas aventuras, Castellanos aparece en 1544 en el cabo de la Vela, en la costa de la actual Colombia, sufriendo una tormenta que casi le hizo naufragar, pero logró escapar para llegar sano y salvo a Santa Marta, también en el Caribe colombiano. Allí se asentó por un tiempo, participando en diversas expediciones al interior, como la que salió de Cartagena al mando del capitán Luis Pardo en 1545. Castellanos sobrevivió y, con el intervalo de una estancia en Santa Fe de Bogotá durante el año de 1551, permaneció en Santa Marta hasta 1552,

Tras estos años de mudanzas y de aventuras, Castellanos decidió ordenarse sacerdote. Se supone que se hizo clérigo en Santa Fe de Bogotá, o tal vez en Cartagena de Indias, donde cantó su primera misa gracias al patronazgo del deán Juan Pérez Materano.

Su nuevo estado no supuso exactamente una vida tranquila, pues en 1559 los piratas sitiaron Cartagena, y mataron en el ataque al gobernador Busto de Villegas y al propio Nuño de Castro, protector de Castellanos. En cualquier caso, este permaneció en Cartagena disfrutando del cargo que le habían concedido al poco de ordenarse, y llegó incluso a ser propuesto como canónigo tesorero de la catedral el 20 de marzo de 1557, aunque lo rehusó por razones que se ignoran.

Trasladado de diócesis, entre 1558 y 1560, Castellanos rigió la vicaría del Río de la Hacha donde estuvo hasta que, de nuevo, marchó a en Santa Fe de Bogotá y más tarde a Tunja, donde se asentó y pasó su vejez hasta muy avanzada edad. 

Los largos y tranquilos años pasados en Tunja, Castellanos los dedicó a su tarea literaria en donde acumuló una extensa biblioteca de libros en lengua latina y romance. Parece que gozó de una posición económica desahogada con el beneficio de la Iglesia de Tunja.

A diferencia de otros cronistas de la época, Castellanos ofrece en sus «Elegías de Varones Ilustres» un enfoque detallado y muchas veces personal de los eventos, debido a su participación directa en algunos de ellos. Su obra es una fuente invaluable para comprender cómo se percibía la conquista desde dentro, con sus héroes, sus dramas y su complejidad.

Castellanos narra episodios como la conquista de Tierra Firme, las expediciones de Gonzalo Jiménez de Quesada y las incursiones de Francisco Pizarro, entre otros. Aunque glorifica a los conquistadores, también deja entrever las dificultades y tragedias que acompañaron la colonización. Utilizó diversas fuentes para escribir sus famosas Elegías. Aparte de las noticias que recogió por sí mismo, otros conquistadores colaboraron en su esfuerzo, y le aportaron diversos documentos sobre entradas que Castellanos no había presenciado en persona. 

 Juan de Avendaño le hizo una relación verbal de la expedición a la Dominica, el vecino de Tunja Francisco Soler le dibujó un plano del lago Maracaibo, el capitán Nuño de Arteaga le dio una relación escrita de la expedición de Pedro de Limpias al cabo de la Vela, Francisco de Orellana le dio otra sobre la jornada del Amazonas, Gonzalo Fernández y Juan de Orozco le proporcionaron sendas relaciones sobre los hechos de Cartagena hasta la llegada de Castellanos a la ciudad, su amigo y benefactor Domingo Aguirre le dejó sus relaciones de viajes, e incluso Gonzalo Fernández de Oviedo le prestó la parte publicada de su Historia General de las Indias.

Poco más se sabe sobre su vida como clérigo en esta ciudad, pues la última noticia que se tiene de él es la que proporciona el propio Castellanos sobre la peste que asoló Nueva Granada en 1588. Allí redactó su testamento, muriendo el 27 de noviembre de 1607, con ochenta y cinco años.

 

Además de las Elegías, el testamento del autor demuestra que Castellanos compuso un poema épico en octavas reales sobre la vida de san Diego de Alcalá, además de otros escritos en verso que desgraciadamente han desaparecido.  

Fuentes: RAH Juan de Castellanos

 

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