Fray Diego Durán -La Sociedad Mexica-
Era de la opinión de que, para evangelizar a los indios, había que conocer sus costumbres y sus tradiciones.
Fray Diego Durán nació en Sevilla en 1537. Parece ser que viajó a la Nueva España siendo todavía un niño. Su familia se instaló en Texcoco, en los alrededores de Ciudad de México. En torno a ellos no hay noticias y él siempre se mostró muy parco en dar información familiar; lo que sí se puede afirmar es que su padre no fue conquistador ni encomendero, pudo ser artesano o pequeño industrial trasladado al Nuevo Mundo como una manera de buscarse una nueva vida para él y su familia lejos de su lugar de origen.
Al vivir desde temprana edad muy cerca de la realidad indígena, parece que Diego supo relacionarse con las gentes del mundo al que acababa de llegar. Eso será fundamental para su evolución personal, convirtiéndolo en un experto conocedor del mundo prehispánico. Ese conocimiento, así como su sensibilidad de agudo observador, probablemente le condujeron a tomar la decisión de hacerse evangelizador de indígenas.
Ingresó en la orden de Santo Domingo y, como perteneciente a dicha orden, pudo moverse con comodidad por la Nueva España. El 8 de mayo de 1556 profesó como fraile, más tarde, en 1559, sería nombrado presbítero en Oaxaca, dentro de la región lacustre del Valle de México.
Parece ser que, conforme avanzaba en su misión evangelizadora, fray Diego Durán empezó a percibir un hecho que hasta entonces pocos misioneros alertaron: los indígenas no tenían arraigada la fe y creían tanto en el Dios cristiano como en sus antiguas costumbres y ritos. Es por ello que a partir de 1570 inició una serie de trabajos e investigaciones cuya finalidad era acabar con la ignorancia existente de las costumbres prehispánicas para descubrir los antiguos cultos y prácticas que anulaban la predicación evangélica.
Gracias a su innata curiosidad y apenas recién acabada la conquista de México, supo trasladar una visión del mundo indígena de un valor incalculable para estudiosos e historiadores.
A través de sus investigaciones, supo emplear toda la información verbal que extrajo de indígenas ancianos y de personajes que intervinieron en la conquista. Asimismo, acudió a diferentes y variados relatos, tanto en lengua española como en náhuatl, que corrían de forma abundante en esos años.
Tuvo acceso a los códices, muchos de ellos celosamente guardados. Durán solicitaba los originales a los indios y, junto a ellos, interpretaba sus contenidos.
Con todo ese material, dejo escritas tres obras importantes que vieron la luz muchos años después:
*Entre 1574 y 1579 realizaba el Libro de los Ritos y Ceremonias. En la obra describía las fiestas de los dioses indígenas y sus celebraciones y El Calendario Antiguo, con la secuencia de las festividades religiosas de los pueblos del centro de México. *En 1581, siendo ya vicario del convento dominico de Hueyapan, terminaba la Historia de las Indias de Nueva España e Islas y Tierra Firme, que se conoce como Códice Durán; Por un lado, aborda la historia antigua de los mexicas. Las fuentes para su redacción fueron un documento hipotético y perdido relacionado con la Crónica Mexicáyotl de Hernando de Alvarado Tezozómoc, con la que comparte no solo la temática, también parte de la información que ha sido llamado Crónica X. Por otro, abarca la historia de los mexicas desde su salida de Chicomóztoc hasta la derrota por los españoles.
En sus últimos años, Diego Durán estuvo en ciudad de México; después de trabajar como traductor del náhuatl al español para el Tribunal del Santo Oficio, moría en junio de 1587, a los cincuenta y un años de edad.
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