Juan de la Cosa -El primer mapa del mundo-
El mapa de Juan de la Cosa es una de las obras más importantes de la cartografía universal realizado como consecuencia del descubrimiento de América.
Fue recuperado por el gobierno español en una subasta pública de los bienes que pertenecieron a un holandés, el barón de Walckenaer.
El precio fue de 4321 francos. Hoy está expuesto en el Museo Naval de Madrid.
Cuando el portugués Bartolomé Díaz dobló el Cabo de Buena Esperanza, Juan de la Cosa estaba en Lisboa informándose, por cuenta de los Reyes Católicos, a cerca de los avatares del viaje. Su labor de espionaje fue descubierta y tuvo que huir. Ya situado en Cádiz, en 1492, se le conoce como armador y propietario de una nao llamada La Gallega.
Juan de la Cosa nació, probablemente, en el pueblo santanderino de Santoña. Como otros varios marinos y marineros de la época, era conocido como «el vizcaíno». En todo caso, su procedencia era del Norte de la península, tierra de avezados hombres de mar, y como tal, debió interesarse desde temprana edad por los avances que, a lo largo de las costas africanas, iban haciendo los portugueses a la búsqueda de la soñada puerta trasera del Oriente.
Corría el año 1492 cuando los hermanos Pinzón, involucrados en la empresa de Cristóbal Colón, debieron convencerle de su participación en ese, mil veces llamado, ilusorio viaje a la tierra de las especias por occidente. De la Cosa aceptó sumarse a ellos como maestre de su propia nave, a la que cambiaron de nombre por el de La Santa María, que fue convertida en la nao capitana.
Durante ese primer viaje del descubriendo, Juan de La Cosa fue interlocutor y discípulo de Colón en cosmografía, navegación y cartografía. Sin embargo, la relación de ambos marinos se fue agriando en el transcurso de los viajes. Se sabe que De la Cosa participó del malestar general manifestado por la tripulación de las naves, cuando la prometida tierra no aparecía. Según posteriores testimonios, los maestres de los tres navíos se reunieron para requerir a Colón e instarle al regreso, llegando incluso a tomar amenazadoramente las armas. Ya en las islas del nuevo continente, la Santa Maria encalló, zozobró y hubo que desecharla.
Volvió Juan de la Cosa a partir con Colón en el segundo viaje, esa vez bajo la condición de cronista cartográfico, con la misión de trazar los mapas de las tierras que fueran encontrando. Y fue en el transcurso de las exploraciones y descubrimientos de ese viaje, cuando, el 14 de junio de 1494, Colón hizo firmar a su tripulación un acta redactada por el escribano Hernán Pérez de Luna, reconociendo que la isla de Cuba era parte del continente asiático. Juan de la Cosa no estuvo de acuerdo, lo que debió motivar el distanciamiento definitivo de ambos navegantes.
Se ignora si De la Cosa participó en el tercero de los viajes colombinos, pero, cuando los reyes despojaron a Colón de la exclusividad en los viajes al Nuevo Mundo, acompañaría, en calidad de piloto a Alonso de Ojeda. Este, como protegido de Rodríguez de Fonseca había obtenido capitulaciones para un viaje de descubrimiento al que se añadió un comerciante italiano llamado Américo Vespucio.
Era el año 1499, cuando, navegaron desde la isla Trinidad, para adentrarse en el Golfo de Paria y llegar hasta las costas de Venezuela: el golfo de las Perlas, isla Margarita, Cumaná y Maracapana, Puerto Flechado, Curaçao, hasta el conocido como cabo de la Vela. En La Española pudo cotejar su información cartográfica y desde allí regresaron a Cádiz. Esos descubrimientos permitieron a Juan de la Cosa añadir a sus anteriores trabajos y conocimientos la cartografía de la costa del continente americano.
Ya en el Puerto de Santa María, De la Cosa pasó a limpio sus apuntes y mapas de todos sus viajes y construyó, arrumbó y decoró la parte occidental de la conocida como la «Carta de Juan de la Cosa» conservada en el Museo Naval y que constituye el primer testimonio conocido del continente americano. Más tarde sería ampliada y convertida en mapamundi, con la información obtenida de otros viajes y planos, en el contexto de la partición ibérica del Tratado de Tordesillas y con la decoración tradicional de estas grandes piezas.
Apenas un año más tarde de su vuelta tras el viaje con Ojeda, a Juan de la Cosa le esperaba una nueva expedición; esta vez como piloto mayor, junto a Rodrigo de Bastidas.
Con él descubrirían toda la costa atlántica colombiana obteniendo datos valiosísimos para su trabajo como cartógrafo. Llegaron a una enorme bahía a la que bautizaron como Santa Marta, y desfilaron frente a la costa próxima a la Sierra Nevada. Descubrieron la desembocadura del río de la Magdalena, el puerto de Zamba, la bahía de Cartagena, las islas del Rosario, Barú, San Bernardo e isla Fuerte, y la desembocadura del Sinú. Siguieron hacia poniente y se embocaron en el golfo de Urabá, que ellos llamaron golfo Dulce. En la costa panameña descubrieron el cabo Tiburón y posiblemente hasta el puerto de Misas e isla de Piñas.
Al llegar a la costa del Darién observaron que los barcos estaban inservibles por causa de la “broma”, teniendo que dirigirse precipitadamente a Jamaica y de allí a La Española, donde acabaron por hundirse las dos carabelas. Francisco de Bobadilla los tomó presos al no poder presentar autorización oficial por haberse perdido en el naufragio; fueron remitidos a España donde se les exculpó y premió tras haber depositado el quinto del Rey de lo que se había podido salvar del naufragio. A Bastidas se le otorgó un juro vitalicio de 50.000 maravedís, y a Juan de la Cosa el nombramiento de alguacil mayor del gobernador que se nombrase para los nuevos territorios de Urabá.
La intención de De la Cosa era la de continuar con su actividad descubridoradora, pero antes de que
obtuviera nuevas capitulaciones, fue requerido por los reyes para llevar a cabo una misión
diplomática secreta en Lisboa.
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