Antón de Alaminos -Piloto mayor-
Fue Bartolomé Colón, acompañando a su hermano Cristóbal en el cuarto viaje, quien escribió en su informe «Yucathan maian», para designar desde la costa norte de Honduras, hasta la costa oriental de la península que tenían enfrente. Así es como el castellano adquiere el primer nombre geográfico con que habría de designarse después la tierra de los mayas. «Yukꞌal-taan mayab», textualmente quiere decir: «todos los que hablan la lengua maya».
Antón de Alaminos regresó a Puerto Rico, tras descubrir la isla de Bimini y la corriente del golfo bajo las órdenes de Juan Ponce de León en su viaje de descubrimiento a la Florida. Desde ese año, de 1514 hasta 1517, se dedicó a gobernar barcos en torno a las islas próximas a Cuba; Diego Velázquez de Cuellar, era el gobernador de la isla. Es a partir de entonces cuando se encajan los tres viajes al Suroeste del nuevo continente que Alaminos realizará como piloto entre 1517 y 1519.
Es en febrero de 1517, cuando la sociedad formada por Francisco Hernández de Córdoba, Cristóbal de Morante y Lope de Ochoa de Caicedo contratan o cuentan con Antón de
Alaminos, para llevar a cabo una expedición en busca de islas que no hubiesen sido visitadas antes, y, por tanto, que fuese fácil la operación de captura de nativos.
La pequeña armada compuesta por tres naves con ciento nueve hombres a bordo, estaba dirigida por Antón de Alaminos, quien pensaba que navegaban hacia unas islas que él ya conocía por haberlas visitado con Colón en su cuarto viaje.
Tras seis días de navegar entre tormentas, avistaron tierra. Estaban frente a la isla de Cozumel que rodearon y, a través del estrecho, se acercaron a la costa de Yucatán, creyendo que era una isla. Allí sufrirán el ataque de nativos muy hostiles que les causaron muchas bajas. Ante el inesperado recibimiento, Alaminos tuvo que organizar el viaje de regreso navegando por mar abierto durante cuatro días hasta llegar al puerto de la Aguada, en Florida, lugar que conocía del viaje de 1513 con Ponce de León. Gracias a encontrar agua dulce, muchos heridos pudieron salvarse, entre ellos el propio capitán, Francisco Hernández, quien fue herido de gravedad. A pesar de ello, moriría en Cuba a los pocos días de la vuelta de tal expedición.
Rápidamente con las informaciones que se traían de las nuevas
tierras, se preparó un viaje de exploración mandado por
Juan de Grijalva, en la que Antón de Alaminos viajará como piloto
mayor, título que le será reconocido por primera vez por
el gobernador de Cuba, Diego Velázquez.
Zarparon desde Santiago de Cuba el 20 de abril de 1518 con cuatro navíos, en los que viajaban 200 hombres, de ellos 150 eran de tierra y 50 de mar, con la orden de poblar las nuevas tierras descubiertas. Las naves pusieron rumbo directamente hacia el Yucatán, llegando a la isla de Cozumel el 3 de mayo de 1518.
Una vez avistaron tierra, se inicia el recorrido por la costa, a pesar de la falta de agua la expedición rescata abundantemente con los naturales, pero Grijalva no se decide a poblar ante el temor del poder de los nativos que eran aguerridos y numerosos. Para dilucidar el dilema, Grijalva consulta a Alaminos que, en consejo consultivo, pretende determinar cómo actuar. Los expedicionarios se encontraban en una pequeña isla a la que llamaron «isla de los Sacrificios», por encontrar cadáveres de indígenas muy jóvenes que parecían haber sido sacrificados durante la noche; sus cuerpos estaban desmembrados, con el pecho abruptamente abierto y con el corazón afuera. Al ver semejante espectáculo, los marinos que ya disponían de bastantes rescates en los navíos y con pocas bajas, se mostraron deseosos de volver.
Mientras se deciden, es enviada a Cuba una de las naos con el fin de pedir refuerzos con los que efectuar el asentamiento. Sin embargo, la gente aguantó poco tiempo en la isla. Los hombres se fueron trasladando a tierra firme para tomar posesión, en un intento de poblar, dando a la región el nombre de provincia de San Juan, en la actual Veracruz. Pero el 28 del agosto, todos de acuerdo, deciden abandonar el asentamiento y volver a Cuba.
Nuevamente en Cuba, Antón de Alaminos, se verá envuelto en los avatares de la expedición
de Hernán Cortés, con quien va a viajar como piloto
mayor a mediados de febrero de 1519.
Sin embargo, su poder al mando de la flota será inferior al que llevaba con Grijalva, pues viajan numerosos pilotos, maestres y hombres de mar, conocedores del medio, y deseando más enriquecerse que servir a Hernán Cortés. Alaminos tratará de suavizar los muchos problemas y deserciones que surgieron e intentará convencer a Cortés de que esos hombres estaban muy acostumbrados a trabajar por su cuenta, y a la parte, por lo que les resultaba difícil la disciplina que se les imponía. Al fin Cortés tuvo que decidirse a fundar, lo hizo en San Juan de Ulúa, como única salida y medida de imponer la disciplina.
Alaminos, por su parte, seguirá con su navío costeando la tierra firme hacia el Norte, probablemente imbuido con la idea de hallar el paso en que estaba tan implicada la Corte española.
En este viaje, Alaminos irá navegando hasta el norte
de Cabo Rojo, mientras Cortés se organizaba en tierra.
A la vuelta de su viaje descubridor, Alaminos va a recibir el encargo de Cortés de llevar a Francisco Montejo y Alonso Hernández Portocarrero, junto con el tesoro de Moctezuma, ante la Corte de Carlos I. Para ello zarpará con el navío San Sebastián del puerto de San Juan de Ulúa el 26 de julio de 1519, y tras hacer escala en el norte de Cuba, llegan a la Península a mediados de octubre de 1519.
Sobre la muerte de Antón de Alaminos no se sabe ni la fecha ni
el lugar donde ocurrió, pero su legado de dar a conocer al mundo
las costas y peligros del Caribe, así como el descubrimiento de la ruta
de vuelta desde América a España aprovechando la corriente del
golfo ha sido muy beneficiosa durante siglos.
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