Las Villas de La Española
El 13 de febrero de 1502, una armada compuesta por treinta navíos y no menos de dos mil quinientos tripulantes partía de Cádiz con destino a las Indias. Nicolás de Ovando llevaba órdenes precisas de los reyes católicos: poblar “agora nuevamente” y a la manera de Castilla, más que al gusto de los hermanos Colón.
Después de dejar atrás la primera ciudad fundada en el nuevo continente por Cristóbal Colón, con el nombre de la Isabela, en honor de la reina Isabel, la nueva ciudad llamada de Santo Domingo fue fundada más al sur de la isla por Bartolomé Colón, siendo destruida por un huracán de 1502, razón por lo que tuvo que ser reconstruida siendo trasladada a la otra orilla del río Ozana. Sobre una ubicación mejor, se levantó la nueva capital basada en un proyecto urbanístico propio de Castilla.
Siguiendo ese modelo se comenzó la fundación y consiguiente construcción de numerosos municipios con el fin de que todo el territorio quedara distribuido y controlado administrativamente.En febrero de 1504, Nicolás de Ovando comenzaba la fundación de varios municipios.
Esas villas eran planificadas según el modelo del Reino de Castilla durante la Baja Edad Media aplicado a las tierras del sur peninsular durante la Reconquista. Consistía en trazar calles rectas y anchas, paralelas y perpendiculares, en cuyo centro urbano se ubicaban las plazas con sus edificios administrativos. El trazado en damero se establecía con regla y cordel, marcando la pauta a seguir por las ciudades que se fundarían en la Tierra Firme de América.
En la actual República Dominicana se fundaron Salvaleón de Higüey y Santa Cruz de Hicayagua (Santa Cruz del Seibo), en la región de Higüey; también Puerto Real y Puerto Plata, al norte; y San Juan de la Maguana y Compostela de Azua (Azua), en la zona central.
En la región de Jaragua, en el actual estado de Haití, se fundaron, Bayajá (Fuerte de Libertad), Salvatierra de la Sabana (Les Cayes), Santa María de la Vera Paz, Villanueva de Yáquimo, Santa María de la Yaguana (Yaguana); al norte se fundó Puerto Lares de Guahaba.
Estas ciudades ya fueron el precedente de las tramas urbanas del Nuevo Mundo que se caracterizaron desde su nacimiento por la regularidad de su trazado. Aun cuando su desarrollo posterior en todo el nuevo continente sería exitoso, todas las ciudades desde el inicio obedecían a un patrón común proveniente de la larga tradición urbanística que obtuvo un gran impulso con la reconquista y la reconstrucción de ciudades sometidas a las mismas reglas urbanas que llevaban fraguándose desde los tiempos de Alfonso X el Sabio en la Península y que posteriormente a lo largo de los siglos irían perfeccionando los distintos reyes de la monarquía católica.
En estas ciudades, la plaza se convierte en el espacio principal, el elemento generador y articulador de lo urbano que se obtiene tras el vaciado de una manzana central, añadiéndole el correspondiente espacio público de las calles perimetrales que la enmarcan. En la plaza se sitúan los edificios del poder civil y eclesiástico, se administra justicia, se comercia, etc., al tiempo que se cruzan y configuran las manzanas o cuadras que se dividen en cuatro cuadrantes posibilitando la organización jerárquica por usos y por clases sociales.
La alineación adquiere una gran significación como equilibrio entre el espacio público y el privado.
Al tiempo que las ciudades se desarrollaban como núcleos urbanos, toda la isla fue progresando debido a varios componentes: los cultivos propios y los procedentes de España que se adaptaron muy bien, como la caña de azúcar; el fomento de la ganadería porcina, bovina, mular y caballar; el comienzo de la explotación minera del subsuelo americano: con las minas del Cibao y las de San Cristóbal, cerca del Jaina.
En las mismas fechas, se publicaron las primeras leyes protectoras de indios que impedían la utilización de la población nativa como esclavos, esto hizo que desde 1502, Ovando permitiese la importación de esclavos africanos. Además, se aprobó el matrimonio mixto entre indios y españoles, tras el bautismo del indígena, dando lugar a las primeras familias mestizas de América.
El 20 de diciembre de 1503, la reina Isabel aprobó una Real Provisión que permitía el repartimiento de indios para trabajar en campos de cultivos de los encomenderos españoles. Ovando estableció el primer sistema de encomiendas indianas, mediante el cual el indio estaba obligado a trabajar, no solo en la agricultura sino también en la minería o servicio doméstico; el encomendero debía protegerle y cristianizarle, pagándole el jornal como si fueran súbditos de la reina y personas libres de la misma manera que los españoles, pero nunca como esclavos.
Fuentes: