Hatuey – Un taino en Cuba –
En 1503 consiguió escapar de la encerrona con la que fueron sorprendidos
los caciques en la región de Xaragua, en la isla de La Española,
organizada por el entonces gobernador Nicolás de Ovando.
Hatuey, nacido en la isla de La española, fue testigo de lo que ocurrió en el Xaragua, en donde, los españoles fueron alertados, por el entonces su aliado Guacanagarix, de una posible traición por parte de la cacique Anacaona, y decidieron adelantarse a la conjura matando a todos los caciques que estaban reunidos con motivo de una celebración conjunta. Hatuey consiguió huir y buscó refugio en la isla de Cuba.
Es fray Bartolomé de las Casas en su, Historia de Las Indias, quien relata que, una vez en Cuba, fue capaz de convencer a los nativos de esa isla de que los españoles solo buscaban su oro y ese era el único Dios al que ellos adoraban. Estaba seguro de que para conseguirlo eran capaces de todo: esclavizarlos o matarlos. Y allí, en el cacicazgo del Bayamo, organizó la resistencia indígena. Convenció a los indios de que debían prepararse para la guerra.
Cuenta el padre Las Casas que los indios hicieron una ceremonia en torno a una cesta llena de polvo de oro y, en torno a ella, celebraron una ceremonia con la esperanza de ser capaces de agradar al dios oro a quien pidieron que les protegiese contra el mal.
Al llegar Diego Velázquez a la isla de Cuba, Hatuey había organizado la resistencia indígena y tenía más de media isla bajo su control, pero no les fue posible resistir más de tres meses. Diego Velázquez y sus hombres fueron cercando a los insurrectos en el cacicazgo de Maisi, hasta que consiguieron capturar al líder, quien fue quemado en la hoguera en febrero del año 1511.
Para la historia de la conquista ha quedado la anécdota relatada también por el padre dominico quien cuenta que, cuando iba a ser quemado, se le acercó un franciscano para hablarle del cielo y de la salvación eterna; el cacique replicó orgullosamente a las palabras del fraile que, si los españoles iban al cielo, el prefería quedarse en el infierno.
Fuentes: RAH, Hatuey
Lecturas recomendadas