Cristóbal de Olid -Michoacan y Las Hibueras-
Bernal Díaz del Castillo en su «Historia de Verdadera de la Conquista de la Nueva España» presenta a Cristóbal de Olid como una figura compleja: un valiente y capaz líder militar que, sin embargo, sucumbió a sus ambiciones personales, lo que llevó a su traición y eventual caída.
Cristóbal de Olid nació Baeza, provincia de Jaén, en 1488. Llegó a la isla de Cuba en torno a 1518, entrando al servicio del gobernador Diego Velázquez, quien, ese mismo año, lo envió en busca de Juan de Grijalva que navegaba por las costas del Yucatán y del que no tenían noticias.
Un año más tarde, traicionó a Diego Velázquez y se puso al servicio de Hernán Cortés, al lado de quien, como hombre importante, sería nombrado capitán, siendo un destacado partícipe en la conquista del imperio de los mexicas. Estuvo presente tanto en la derrota de la Noche Triste como en la conquista de Tenochtitlán, tras la victoria en Otumba.
Cuentan que, en 1521, participó en una fallida conspiración contra el propio Cortés y este le arrebató la vara de regidor del Cabildo de Veracruz que le había sido concedida dos años antes. Sin embargo, el conquistador volvió a confiar en él, ya que, en 1522, tras la caída de Tenochtitlan, Cristóbal de Olid, por orden de Cortés, fue el primer español en llegar a Michoacán, consiguiendo que Tangáxoan II, hijo de Zuanga, aceptara ser vasallo de Carlos I, manteniendo el cargo de rey de los purépechas.
A pesar de que su esposa, quien hasta entonces había permanecido en Castilla, llegara a las Indias, aceptó la invitación de Cortés para acudir a pacificar la gobernación de Honduras.
Así, el 11 de enero de 1524 partió rumbo al entonces llamado cabo de las Hibueras —actual costa de Honduras—. Llevaba con él seis navíos, cuatrocientos hombres, artillería, armas y 8000 pesos de oro para comprar, a su paso por Cuba, “caballos y bastimentos”.
Una vez en Cuba, decidió traicionar a Cortés en favor de Diego Velázquez. Como consecuencia de ello, Cortés, en junio de 1524, pertrechó una expedición al mando de otro de sus hombres de confianza, Francisco de las Casas, quien llevaba bajo su mando cinco navíos “bien artillados” y cien soldados para someter al insurrecto. Sin embargo, en la localidad de Naco, Olid lo derrotó y lo apresó junto a Gil González Dávila, que acababa de llegar a la zona como gobernador del golfo Dulce y a quien también había vencido.
Olid cometió la imprudencia de sacar del calabozo a ambos para cenar con ellos, puesto que se trataba de antiguos amigos y compañeros de armas, siendo traicionado por algunos de los suyos, lo redujeron y lo apresaron. Tras un breve juicio fue acusado de traición al poder real y ejecutado allí mismo.
Poco tiempo después de la muerte de Olid, cruzando la península de Yucatán a través de tierras inhóspitas, llegaría Cortés, quien pretendía resolver el asunto personalmente. Cuando llegó a su destino con el ejército maltrecho por el viaje, se encontró con que Olid había sido ajusticiado a raíz de la confabulación entre Dávila y De las Casas.
Su ajusticiamiento tuvo lugar en Naco, Honduras, el 16 de enero de 1525.
Fuentes: RAH Cristóbal de Olid
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