La Habana – Ciudad Codiciada-
En el centro de la vida oficial y pública de la ciudad de La Habana, la Plaza de Armas, se alza un monumento llamado El Templete, en conmemoración de la fundación de la villa.
Fue construido en 1828, en el sitio en donde se cree que fue celebrada la primera misa y el primer cabildo efectuado en San Cristóbal de La Habana en 1519. Fue una obra del ingeniero Antonio María de la Torre.
Hacia 1515 un puñado de españoles encabezados por el Capitán Pánfilo de Narváez y Fray Bartolomé de las Casas establecieron la penúltima villa cubana en la costa sur de la actual provincia de La Habana. Pero aquel emplazamiento duró muy poco. Los fundadores fueron emigrando hacia la bahía de Carenas, en la costa norte, acercándose al Estrecho de la Florida, cuyas rápidas corrientes favorecían la navegación. Así llegaron a un puerto de garganta angosta y bolsón desmesurado, bien protegido contra los huracanes por unas colinas que la circundan.
A partir de su fundación como San Cristóbal de La Habana tuvo un desarrollo irregular; en un primer momento, debido a su situación estratégica, se convirtió en un trampolín para los viajes de exploración a Tierra Firme. En 1592 se le concede el status de ciudad y unos años después, en 1607, la capital de la isla es oficialmente movida desde Santiago a la Habana.
La ciudad tuvo que resurgir en varias ocasiones de los escombros y cenizas a que la reducían de cuando en cuando los piratas y corsarios franceses durante la primera mitad del siglo XVI, hasta que en 1561, la Corona dispone que la villa sea el lugar de concentración de las naves españolas procedentes de los virreinatos americanos antes de cruzar juntas el océano, lo que se conoció como Flota de Indias.
A partir de ese momento, el desarrollo de La Habana es espectacular, siendo el puerto más importante del nuevo continente y, con el fin de proteger los muchos intereses que allí se concentraban, tuvieron que construirse defensas militares a la entrada de la bahía y en sitios estratégicos, con lo que la ciudad pasa a ser la mejor defendida del Nuevo Mundo.
A lo largo del tiempo, en La Habana se fue configurando la clásica planificación urbana española que incluía la creación de plazas centrales, como la Plaza de Armas, donde se ubicaba el centro de los poderes civil, militar y religioso. La arquitectura española dejó su marca inigualable con la construcción de edificios de estilo barroco y más tarde neoclásico, que dieron su impronta única a una ciudad llena de historia y de vida.
Con la llegada de la dinastía francesa al trono español, hay una nueva visión de lo que constituyen los virreinatos para el reino de España y se produce una reorganización económica que provocará, entre otros muchos cambios, el aumento del tráfico de esclavos y se incrementarán en la isla las hectáreas destinadas al cultivo del tabaco: de este modo, el tabaco se convertirá en uno de los cultivos más pujantes de la isla y origen de no pocos disturbios y motines que afectarán directamente a la ciudad de La Habana.
Precisamente con el advenimiento de esta dinastía, se permitiría que durante el siglo XVIII La Habana comenzase a recibir un mayor número de buques franceses, en contrapartida, sufrirá la constante amenaza de las escuadras inglesas y un notable aumento del contrabando auspiciado por estos. Otra consecuencia de esa conexión con la corona francesa, comprometida con los pactos de familia, fue que, en 1756, la corona española se vio involucra en la llamada guerra de los 7 años que enfrentó a Francia con Inglaterra. Como consecuencia de esta guerra, a finales de Julio de 1762 la flota británica atacó la Habana, la cual calló varios días después.
Con la absoluta animadversión de los isleños, los ingleses mantuvieron la ciudad por espacio de 11 meses. En 1763, luego de terminada la guerra, los españoles retomaron el control de la ciudad tras haberla intercambiado por la Florida a Inglaterra. Una vez más se reinició el fortalecimiento de las defensas de la ciudad, para 1766, la Habana era la ciudad más fortificada del continente.
Durante los casi cuatrocientos años de presencia española en el Caribe, la isla de Cuba ocupó una posición geoestratégica fundamental dentro del conjunto de las posiciones españolas en América. Su capital, La Habana, fue un enclave esencial para asegurar el control de la isla y la evolución de su traza urbana nos informa sobre cómo el poder español tuvo que ir progresivamente adoptando una posición ultradefensiva ante el avance hegemónico en el Caribe de otras potencias. Al tiempo, La Habana se convirtió en un centro redistribuidor de mercancías e ideas entre África, Europa, América y Asia, y en el consecuente núcleo difusor hacia los territorios americanos del cambio de mentalidades que avivaron los nuevos paradigmas de la ilustración y de las revoluciones triunfantes. Si bien su insularidad la mantuvo a distancia de los procesos de independencia, su centralidad mantuvo a la isla y a su capital como uno de los focos desde donde los revolucionarios americanos intercambiaron ideas y prepararon el asalto final a la isla. Justo Cuño Olavide –Universidad Pablo Olavide- Sevilla-
Fuentes: Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021
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